Pese a la anulación del aumento del transporte –una de las principales reivindicaciones que motivaron las manifestaciones populares en Brasil esta semana–, el vecino país permanece en estado de alerta: a través de las redes sociales, un millón de brasileños planean reeditar las revueltas este jueves en contra de la realización del Mundial de Fútbol y en repudio de sus gastos.
Según publicó La Nación, son 80 las ciudades –17 capitales y otras 63 localidades– que se verían afectadas por las nuevas movilizaciones, entre ellas Rio de Janeiro y Salvador, donde se celebrarán dos partidos de la Copa Confederaciones como ensayo general del Mundial 2014.
Las protesta, que se desataron el lunes pasado y dejaron perplejo al gobierno de Dilma Rousseff por su alcance y violencia, comenzaron al principio exigiendo la revocación del aumento del precio del boleto de autobús, metro y tren. Pero rápidamente sumaron otros reclamos y denuncias, como los 15.000 millones de dólares de dinero de los contribuyentes destinados a la Copa Confederaciones y el torneo internacional del año próximo.
Bajo la consigna “Son más que veinte centavos” –en referencia al anulado aumento del precio del boleto de autobús de 1,34 a 1,44 dólares–, los adherentes en Facebook se contaban de a millones: uno en Río de Janeiro, dos y medio en Sao Paulo.
En tanto desde el gobierno, el canciller Antonio Patriota defendió “la participación ciudadana” y las políticas oficiales.
“Es natural que las personas deseen participar democráticamente en el futuro del país", señaló el ministro de Exteriores, y agregó que el Gobierno brasileño “escuchará las voces de la sociedad civil”, en las manifestaciones que espera que “sigan siendo pacíficas”.
Según publicó La Nación, son 80 las ciudades –17 capitales y otras 63 localidades– que se verían afectadas por las nuevas movilizaciones, entre ellas Rio de Janeiro y Salvador, donde se celebrarán dos partidos de la Copa Confederaciones como ensayo general del Mundial 2014.
Las protesta, que se desataron el lunes pasado y dejaron perplejo al gobierno de Dilma Rousseff por su alcance y violencia, comenzaron al principio exigiendo la revocación del aumento del precio del boleto de autobús, metro y tren. Pero rápidamente sumaron otros reclamos y denuncias, como los 15.000 millones de dólares de dinero de los contribuyentes destinados a la Copa Confederaciones y el torneo internacional del año próximo.
Bajo la consigna “Son más que veinte centavos” –en referencia al anulado aumento del precio del boleto de autobús de 1,34 a 1,44 dólares–, los adherentes en Facebook se contaban de a millones: uno en Río de Janeiro, dos y medio en Sao Paulo.
En tanto desde el gobierno, el canciller Antonio Patriota defendió “la participación ciudadana” y las políticas oficiales.
“Es natural que las personas deseen participar democráticamente en el futuro del país", señaló el ministro de Exteriores, y agregó que el Gobierno brasileño “escuchará las voces de la sociedad civil”, en las manifestaciones que espera que “sigan siendo pacíficas”.