Su marca personal es una mirada felina tan brillante como oscura que se adueña de una de las caras más atractivas que brindó el cine internacional.

Como tantas, empezó su camino posando en revistas de moda desde donde pasó a la pantalla. Inglesa, rebelde, inteligente, criada en un hogar regido por un padre militar de quien dice: "Mi padre era un hombre liberal, pero de principios. Te daba un marco muy amplio, pero tenías que respetarlo".

Saltó a la fama como actriz en La caída de los dioses de Luchino Visconti, pero casi todos la recuerdan por su papel en Portero de noche, dirigida por  Liliana Cavani. La película levantó polvareda, cuenta la relación entre la víctima de un campo de concentración nazi y uno de sus torturadores, quienes después de años se encuentran por casualidad, y mientras lo que se espera es una merecida venganza, lo que ocurre es que se reaviva una perturbadora relación de registro sadomasoquista. El relato resultó demasiado y no fueron pocos los que no pudieron digerir los planteos de la directora italiana.

Esa es quizás la actuación que más rápido viene a la mente, pero también filmó bajo las órdenes de Woody Allen, compartió cartel con Paul Newman, brilló en Swimming Pool hace no tanto, muy joven la podemos recordar en otra controvertida película Adiós hermano cruel, en fin, la lista es larga y siempre aportó su sello a los proyectos en los que participó.

Casada y divorciada dos veces, madre de dos hijos, los vaivenes de la depresión marcaron los altibajos de su carrera, pero logró sobreponerse y volver a brindar sus mejores momentos en películas como en Bajo la arena.
Segura de poder aportar a las mujeres a partir de sus experiencias, pasa de las parejas de cine  a sus propias vivencias: “La complicidad entre las parejas depende mucho de saber dejar que la rutina se instale en ellas. La rutina es una protección de la vida. La gente habla siempre mal de ella, pero tiene grandes virtudes. No es posible vivir siempre momentos excepcionales, distintos, sin saber qué va a ocurrir mañana”.

De personalidad incomparable le imprime su modo peculiar a la elección de la ropa, “La moda en las revistas tiene que ser sublime para que me interese, nunca vulgar”, y a la hora de elegir qué vestir declara: “Me pongo un par de cosas al azar, pero las prendas serán buenas, de Yohi Yamamoto o Jil Sander. Habitualmente prendas bastante masculinas. Sin preocuparme demasiado por la combinación, me las pongo y me convenza de que es como soy yo”.

Y se da el lujo de bromear sobre un tema que no para todas es fácil. "Tengo un rostro que absorbe bien la vejez, de la misma manera que otros rostros atraen la luz”, plantea y por supuesto está hablando de sus párpados que varios han querido modificar: "Es mi mirada y basta. Luchino Visconti, que me dirigió en La caída de los dioses me dijo: “Lo que importa de una actriz es lo que sucede tras sus ojos. Yo te miro a ti a los ojos y veo un mundo fascinante, que ni siquiera tú misma eres consciente de que existe”. Fue la persona que más me enseñó acerca de la interpretación”.

Nada de tristeza por el nido vacío, disfruta de de la libertad lograda ahora que sus hijos partieron: “Cuando una se hace mayor una especie de soledad se instala poco a poco, y esta es muy poderosa si no se le tiene miedo”.
Asegura que proyectar una imagen sexy pasando los 60 se sostiene en tres razones: su deseo intenso de vivir, sus esfuerzos por evolucionar y, sobre todo, a que conserva su aire misterioso. “Si no estás preparada para hacerte mayor puede pensar: ¡Oh, Dios mío, he dejado de ser atractiva! Bueno, tal vez no atraigas a los demás como solías hacerlo, pero hay otras maneras. La atracción es hacer que alguien se dé cuenta de quién eres, y es lo enigmático, el misterio, lo que sigue siendo atractivo. Ser mayor tiene algo magnífico, que es el haber vivido cosas por las que otros, más jóvenes, aún no han pasado".

Dijo alguna vez que la idea de levantarse con un rostro más joven le parecía mosntruosa. “Nunca he pensado en hacerme nada en la cara. Me gusta nadar a contracorriente, así que he decidido ser la única actriz que no pase por el quirófano, y demostrar a la gente que se puede sobrevivir sin hacerlo. Después de todo, la juventud es la mayor fuente de belleza que existe. Y no hay cirujano capaz de devolvértela”.

Y su belleza sigue intacta.