El ex presidente y senador Eduardo Frei y el millonario empresario Sebastián Piñera pugnarán este domingo en las urnas para ver quien es consagrado como presidente de Chile en una segunda vuelta electoral que se prevé como la más estrecha de la reciente historia democrática y que a muchos recuerda el plebiscito de 1988.

Un total de 34.000 urnas fueron habilitadas para recibir a partir de las 7 a los más de 8,2 millones de ciudadanos chilenos en condiciones de participar de este ballottage para la que el candidato opositor de derecha, Piñera, arrancó con un favoritismo que se fue desdibujando en los últimos días.

El liderazgo en las encuestas que mantuvo el candidato de Alianza para el Cambio desde la misma noche en que se escrutó la primera vuelta electoral, el 13 de diciembre, trocó en un clima de paridad y empate técnico que insufló entusiasmo en la Concertación, que gobierna Chile desde hace 20 años.

El cambio de expectativas se puso de manifiesto a partir de un sondeo publicado esta semana por la consultora Mori, que planteó una diferencia de 1,8 por ciento a favor de Piñera, esto es una diferencia que está dentro del margen de error del 3% que tiene la muestra.

También aportó al entusiasmo del oficialismo el respaldo de última hora recibido por parte del ex concertacionista Marco Enríquez-Ominami, quien ahora se enfrenta al desafío de intentar fortalecer una tercera fuerza electoral o integrarse al frente progresista que ya se anticipa para contener a todos aquellos ajenos a los partidos tradicionales.

El ministro del Interior, Edmundo Pérez Yoma, comparó este sábado las elecciones con el plebiscito de 1988 al insistir en las diferencias de los candidatos presidenciales frente a la figura del fallecido general Augusto Pinochet y señaló que la tarea de la Concertación será ver si logra aunar a "las fuerzas del NO”, triunfantes en aquella consulta histórica.

Es que la Concertación gobernante incorporó en este mes de campaña el debate de "pinochetismo sin Pinochet” en su embestida hacia el candidato de la derecha cuyo entorno conformado por la Unión Democrática Independiente (UDI) y Renovación Nacional (RN) contiene a varios ex funcionarios y colaboradores de la dictadura.

Incluso Piñera, el único dirigente de la derecha que manifestó su voto en contra de Pinochet en 1988, acosado por las presiones de los partidos que lo sostienen, no pudo asegurar durante la campaña que ningún ex funcionario de la dictadura volverá a la Moneda en su eventual Gobierno.

Otro de los flancos que debió enfrentar el millonario Piñera fueron precisamente sus empresas y negocios que aún mantiene y que no resultan compatibles para un hombre de gobierno, por lo cual durante la campaña debió prometer que venderá sus paquetes accionarios en empresas como Lan Chile, Chilevisión o el club de fútbol Colo Colo.

Para Frei, quien gobernó Chile entre 1994 y 2000, los cuestionamientos se centraron en la crisis de la Concertación expuesta con el desprendimiento de Enríquez Ominami, un ex integrante del Partido Socialista, y su sorprendente elección que superó el 20 por ciento de los votos, un 1,4 millón de votos que podrían haber tenido como destino al candidato oficialista.

Desde el comando de Frei y desde el mismo gobierno no se ahorraron llamados ni gestos para el dirigente independiente y sus electores, al punto que Michelle Bachelet envió al parlamento el paquete de las llamadas "Leyes Ominami” vinculadas a inscripción obligatoria al voto, fortalecimiento de la educación pública y la protección de las aguas.

Para los analistas, la clav. para la Concertación será captar el voto Ominami, lograr una alta concurrencia a las urnas para morigerar el 44 por ciento de votos que obtuvo Piñera en primera vuelta, y además lograr un bajo nivel de anulación o voto en blanco.

A partir de las 16 comenzarán a conocerse los resultados de las primeras mesas cerradas –el sistema permite mantener mesas abiertas hasta las 18-, y a partir de entonces se comenzará a barajar el futuro de cada candidato y de las mismas coaliciones que representan.

Fuente: Télam