Cuenta una leyenda oriental que la diosa Chang E llegó a la Luna tras tomar un elixir mágico; hoy, un satélite chino bautizado como ella fue lanzado con éxito por China, en el primer paso de un programa lunar que espera llevar a astronautas chinos en 2020.
El lanzamiento, emitido en directo y entre aplausos por la televisión estatal china CCTV, se llevó a cabo a las 18.05 hora local (10.00 GMT) en la base de Xichang (provincia suroccidental china de Sichuan), ante la presencia de 2.000 turistas, periodistas y científicos de países como Japón, Alemania o Italia.
Aproximadamente 30 minutos después del lanzamiento, el satélite se separó de su cohete propulsor "Larga Marcha 3A", y entraba en la órbita terrestre, con un perigeo de 205 kilómetros (mínima distancia entre el vehículo y la Tierra) y un apogeo (máxima distancia) de 50.930 kilómetros.
El satélite "Chang E I", que pesa 2.300 kilos, tiene previsto entrar en la órbita de transferencia entre la Tierra y la Luna el 31 de octubre, y alcanzar la órbita lunar el próximo 5 de noviembre.
Si todo marcha bien, "Chang E I" enviará su primera imagen de la Luna a finales de noviembre y continuará explorando el astro durante todo un año, con fotografías en tres dimensiones y análisis del polvo lunar y de la distribución de los elementos en su superficie.
El lanzamiento se produce en una simbólica semana para China, la misma en la que el presidente Hu Jintao era reelegido como secretario general del Partido Comunista de China (PCCh) y la formación política renovaba su cúpula; fue, por tanto, una suerte de "fuegos artificiales" a lo grande para celebrar estos hechos.
El patriotismo de esta misión está fuera de duda: cuando el "Chang E" (que se traduciría literalmente como "Mujer Bonita") entre en la órbita lunar, los dispositivos del satélite harán sonar el himno nacional chino, y durante su misión reproducirá 30 canciones revolucionarias y nacionalistas del país asiático.
La misión lunar "aumentará la influencia política de China en todo el mundo", señalaba hoy con euforia el oficialista "Diario de la Juventud de Pekín", para marcar la importancia del lanzamiento.
Aunque China insiste en los fines pacíficos de sus misiones lunares y otros puntos de su programa espacial, éste es visto con inquietud por países como Estados Unidos, que teme que Pekín utilice este programa con fines militares.
Mientras, otras potencias asiáticas como Japón, Taiwán o la India parecen dispuestas a competir con China en misiones al cosmos, por lo que la carrera espacial que durante décadas mantuvieron Estados Unidos y la ex Unión Soviética parece ahora ramificarse hacia Asia.
El gobierno de Taiwán –enfrentado a Pekín desde hace medio siglo– elegía precisamente el día de hoy para anunciar que planea sus primeros satélites espaciales con propulsores de fabricación propia en 2010, después de haber tenido problemas técnicos en lanzamientos de vehículos espaciales con tecnología de Estados Unidos.
Japón, por su parte, lanzó el pasado septiembre su primera sonda lunar, mientras que la India planea hacer lo mismo en abril de 2008.
Ante las críticas de algunos analistas por el hecho de que China, una nación en desarrollo, emprenda costosos programas espaciales, el país se defiende asegurando que el desarrollo tecnológico es vital para que la economía del país evolucione.
Además, el programa lunar tiene un presupuesto de algo más de mil millones de yuanes (unos 130 millones de dólares o 100 millones de euros), algo que según Ouyang Ziyuan, jefe del programa lunar chino, no es "una cifra astronómica".
Una particularidad del lanzamiento de hoy fue que, tras décadas de secretismo en torno a los programas espaciales chinos, se permitió a turistas que lo presenciaran en la base del lanzamiento, aunque pagando una entrada considerable para un ciudadano chino (unos 100 dólares u 80 euros)
"China investiga la Luna para aprender más del universo", aseguraba a las cámaras uno de los afortunados espectadores del lanzamiento, aunque Pekín persigue también otros objetivos, entre ellos el de ganar prestigio y lograr que el país sea aceptado en la Estación Espacial Internacional.
Como medida de prevención, durante el lanzamiento fueron evacuados miles de habitantes a 2,5 kilómetros alrededor de la base de lanzamiento, y aunque había temor a que las lluvias de los últimos días obligaran a posponerlo, finalmente todo salió según lo planeado.
Es de esperar que entre los cráteres que el "Chang E I" fotografiará y analizará se encuentre el cráter "Wan Hu", llamado así en honor a un funcionario imperial chino que en el siglo XVI, soñó con viajar a la Luna y ató unos cohetes a una silla.
Wan falleció en este intento por ser el primer astronauta de la historia, pero para los chinos, es el precursor de un programa con el que Pekín espera ganar el máximo prestigio científico.
El lanzamiento, emitido en directo y entre aplausos por la televisión estatal china CCTV, se llevó a cabo a las 18.05 hora local (10.00 GMT) en la base de Xichang (provincia suroccidental china de Sichuan), ante la presencia de 2.000 turistas, periodistas y científicos de países como Japón, Alemania o Italia.
Aproximadamente 30 minutos después del lanzamiento, el satélite se separó de su cohete propulsor "Larga Marcha 3A", y entraba en la órbita terrestre, con un perigeo de 205 kilómetros (mínima distancia entre el vehículo y la Tierra) y un apogeo (máxima distancia) de 50.930 kilómetros.
El satélite "Chang E I", que pesa 2.300 kilos, tiene previsto entrar en la órbita de transferencia entre la Tierra y la Luna el 31 de octubre, y alcanzar la órbita lunar el próximo 5 de noviembre.
Si todo marcha bien, "Chang E I" enviará su primera imagen de la Luna a finales de noviembre y continuará explorando el astro durante todo un año, con fotografías en tres dimensiones y análisis del polvo lunar y de la distribución de los elementos en su superficie.
El lanzamiento se produce en una simbólica semana para China, la misma en la que el presidente Hu Jintao era reelegido como secretario general del Partido Comunista de China (PCCh) y la formación política renovaba su cúpula; fue, por tanto, una suerte de "fuegos artificiales" a lo grande para celebrar estos hechos.
El patriotismo de esta misión está fuera de duda: cuando el "Chang E" (que se traduciría literalmente como "Mujer Bonita") entre en la órbita lunar, los dispositivos del satélite harán sonar el himno nacional chino, y durante su misión reproducirá 30 canciones revolucionarias y nacionalistas del país asiático.
La misión lunar "aumentará la influencia política de China en todo el mundo", señalaba hoy con euforia el oficialista "Diario de la Juventud de Pekín", para marcar la importancia del lanzamiento.
Aunque China insiste en los fines pacíficos de sus misiones lunares y otros puntos de su programa espacial, éste es visto con inquietud por países como Estados Unidos, que teme que Pekín utilice este programa con fines militares.
Mientras, otras potencias asiáticas como Japón, Taiwán o la India parecen dispuestas a competir con China en misiones al cosmos, por lo que la carrera espacial que durante décadas mantuvieron Estados Unidos y la ex Unión Soviética parece ahora ramificarse hacia Asia.
El gobierno de Taiwán –enfrentado a Pekín desde hace medio siglo– elegía precisamente el día de hoy para anunciar que planea sus primeros satélites espaciales con propulsores de fabricación propia en 2010, después de haber tenido problemas técnicos en lanzamientos de vehículos espaciales con tecnología de Estados Unidos.
Japón, por su parte, lanzó el pasado septiembre su primera sonda lunar, mientras que la India planea hacer lo mismo en abril de 2008.
Ante las críticas de algunos analistas por el hecho de que China, una nación en desarrollo, emprenda costosos programas espaciales, el país se defiende asegurando que el desarrollo tecnológico es vital para que la economía del país evolucione.
Además, el programa lunar tiene un presupuesto de algo más de mil millones de yuanes (unos 130 millones de dólares o 100 millones de euros), algo que según Ouyang Ziyuan, jefe del programa lunar chino, no es "una cifra astronómica".
Una particularidad del lanzamiento de hoy fue que, tras décadas de secretismo en torno a los programas espaciales chinos, se permitió a turistas que lo presenciaran en la base del lanzamiento, aunque pagando una entrada considerable para un ciudadano chino (unos 100 dólares u 80 euros)
"China investiga la Luna para aprender más del universo", aseguraba a las cámaras uno de los afortunados espectadores del lanzamiento, aunque Pekín persigue también otros objetivos, entre ellos el de ganar prestigio y lograr que el país sea aceptado en la Estación Espacial Internacional.
Como medida de prevención, durante el lanzamiento fueron evacuados miles de habitantes a 2,5 kilómetros alrededor de la base de lanzamiento, y aunque había temor a que las lluvias de los últimos días obligaran a posponerlo, finalmente todo salió según lo planeado.
Es de esperar que entre los cráteres que el "Chang E I" fotografiará y analizará se encuentre el cráter "Wan Hu", llamado así en honor a un funcionario imperial chino que en el siglo XVI, soñó con viajar a la Luna y ató unos cohetes a una silla.
Wan falleció en este intento por ser el primer astronauta de la historia, pero para los chinos, es el precursor de un programa con el que Pekín espera ganar el máximo prestigio científico.