La secretaria de Cultura de la Municipalidad, Chiqui González, admitió la necesidad de "lograr un clima de consenso" con los vecinos de Pichincha –que se movilizaron y la cuestionaron– por el tema de los ruidos que genera la presencia de boliches en la zona pero, al mismo tiempo, reivindicó el acto cultural del domingo en el que se rebautizó como "república" el barrio y recordó que la idea surgió del presupuesto participativo, es decir que fue avalado por los propios representantes de los habitantes del lugar. Igualmente, si bien dijo que no se pretendía defender la actividad prostibularia, admitió que en la puesta montada para contar la historia del barrio fue un error no incluir una escena sobre Raquel Lieberman, quien fue justamente un símbolo de la rebelión contra el régimen prácticamente de esclavitud al que eran sometidas las postitutas en Pichincha.

González, en declaraciones a Radio 2, sostuvo que es imperioso encontrar una solución consensuada para resolver el problema de la sonorización de los boliches, "porque sino los vecinos no van a poder ivir tranquilos".

Pero, al mismo tiempo, advirtió que "Pichincha nuca más va a ser un barrio común", por lo que representa por su historia, por su color, como atractivo para los visitantes.

En cuanto a la obra que se montó para contar la historia del barrio, en un acto repudiado por los vecinos, dijo que no se ocultó "el escarnio social", la "victimización" de las mujeres que ejercían la postitución, aunque admitió que le "faltó una escena: la de Raquel Lieberman". Además, contó que Pichincha "también es el tren, la resistencia, las luchas obreras" y que eso está incluido en el relato.

La funcionaria recordó, ante la queja de los vecinos, que la refundación del barrio como República de Pichincha y los actos culturales montados alrededor de ello fueron aprobados en el presupuesto participativo, que se elaboró, justamente, con las sugerencias de los vecinos.