Sabrina Ferrarese

El regreso de la oficina puede ser complicado. Ya en la calle y con la cabeza puesta de lleno en la mesa del mediodía, Yanina recoge de la escuela a los chicos, de 10 y 8 años. Hace siete meses que sumó una parada más: el jardín de infantes donde pasa sus mañanas un bebé de dos años que incorporó a su familia, una especie de hijito transitorio a quien mima como propio. Así funciona el Programa Familias Solidarias, que agrupa a personas que desean brindar por un lapso, atención, protección y cuidados a niños y adolescentes en riesgo. 

Como Yanina, hay un centenar de familias que se inscribieron en el programa provincial a través del cual, actualmente, 20 niños en estado de vulnerabilidad son cuidados en hogares de la ciudad. Quizás sean, en síntesis, la contracara de los casos en los que chicos son víctimas de los mayores, tal cual trascendió hace dos semanas cuando una beba recién nacida, fue dejada por su madre en el hospital Centenario.

Al frente de la Secretaría de Coordinación de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social de Santa Fe, Joaquín Blanco, explicó los alcances de la iniciativa: “Se trata de niños y adolescentes, de cero a 18 años, que debieron ser separados momentáneamente de sus familias de orígenes y que deben ser cuidados por un tiempo en un ambiente armónico con el objetivo de proteger sus derechos”, dijo en contacto con Rosario3.com.

Unos 650 chicos y chicas se encuentran indefensos en el territorio provincial y es por eso que el Ejecutivo dispone que sean cuidados por personas que puedan garantizarle bienestar. “No tienen que ver las condiciones sociales ni económicas”, advirtió el funcionario, que precisó: “La mayoría de las veces se trata de niños que son víctimas de abuso sexual. De cada 10 chicos vulnerados, 6 padecen esta situación”, sostuvo. Otras razones que obligan a dejar a un menor de edad con una familia solidaria son: violencia familiar y en tercer lugar, el abandono de sus padres. Sin embargo, consideró que “existe una multiplicidad de factores y situaciones varias” y remarcó: “Cada niño es un mundo”.

La norma indica que un nene o nena puede permanecer en una de estas casas, por un lapso de tiempo que no puede superar los 18 meses. “Hay situaciones que se logran resolver en dos semanas y otras llevan el año y medio”, observó Blanco, que aseguró que en general los casos logran resolverse en beneficio de los chicos. Luego, dejó en claro: “No son niños adoptables. Esa condición sólo puede ser determinada por la Justicia”.

Este punto es el más importante a la hora de explicarles la iniciativa a los postulantes: “Estas familias deben saber que tendrán al chico sólo por un tiempo provisorio”, subrayó y añadió: “En general no se confunden, son familias que tienen vocación de servicio y que no buscan adoptar. Incluso hay algunas en las que ya pasaron dos o tres chicos”, manifestó.

Rosario es la ciudad en donde más personas se sumaron al programa. “La mayoría son parejas grandes con hijos pero que ya se han ido de la casa, tienen espacio físico y tiempo”, detalló el secretario. “También hay parejas jóvenes con niños, presentan una fuerte vocación de servicio, y en estos casos, los niños conviven con los hijos biológicos del matrimonio”, siguió y finalmente, puntualizó: “Otro grupo es el de las mujeres que viven solas, muchas se acercan también con ánimo de ayudar”.

“Con amor y paciencia, todo se logra”

Yanina tiene 35 años y no le sobra el tiempo, tampoco los afectos. Con su marido y sus hijitos tiene suficiente. Sin embargo, fue por más y ahora, los cuidados, la preocupación, los retos y abrazos van a parar a un nene de sólo dos años. “Con mi marido teníamos ganas, hace rato que lo pensábamos y bueno, nos anotamos, nos hicieron las entrevistas los trabajadores sociales, psicólogos y abogados y nos dieron el sí”, recordó.

“Uno sabe que es momentáneo, pero hay que acostumbrarse porque cuando lo tenés a él los sentimientos se confunden. Ahí hay que volver a pensar en el principio, en por qué está en casa con nosotros”, analizó. Yanina está feliz con su presencia pero es realista: “No todo es color de rosa, no sabemos nada de su historia y hay que saber organizarse. No sabe mucho, no vivió como lo hacemos nosotros y hay que enseñarle muchas cosas”, admitió.

Pero “con amor y paciencia todo se logra”. Esa frase es de cabecera para esta mujer que, desde hace 7 meses, educa a este pequeño a quien trata de inculcarle horarios, rutinas, buenas conductas: “Hubo que reeducarlo en varios sentidos, hubo que enseñarle a comer a una hora, a hacer la siesta, empezó a ir al jardín”, ejemplificó.

A pesar de que sabe que en algunos meses más dejará la casa, Yanina siente que vale la pena: “Para estos chicos, lo mínimo es mucho. Nosotros vemos que el cuidado y el amor que le damos ya se nota en la forma en que se comporta, es darle a una criatura la oportunidad de sentir otras cosas y enseguida ves los frutos”, destacó.