“Acaba de arrancar una nueva época para el saber y el descubrimiento”, reflexionan los autores de Wikinomics, en referencia a lo que llaman “la era de la ciencia colaborativa”. También se la llama Ciencia 2.0. La llustración logró la auténtica alquimia de convertir la investigación en conocimiento al promover la práctica de la publicación científica abierta. Pero la tendencia de siglos hacia la apertura no se detuvo ahí. En la actualidad, un nuevo paradigma de comparable importancia está a punto de arrancar, inspirado por las mismas fuerzas tecnológicas que están convirtiendo la red en un ingente espacio de trabajo colaborativo.

 

Del mismo modo que las herramientas y las aplicaciones colaborativas están reconfigurando las empresas, la nueva red cambiará para siempre la forma en que los científicos publican, gestionan datos y colaboran más allá de las fronteras institucionales. Los muros que dividen a las instituciones se derrumbarán y, en su lugar, emergerán redes científicas abiertas. Todas las investigaciones y todos los datos científicos del mundo estarán disponibles, por fin (y de forma gratuita), para cualquier investigador individual, sin más perjuicios ni cargas.

 

La gran mayoría de investigaciones que se publican actualmente sólo están disponibles para suscriptores de pago. Y, lo que es peor, esas barreras al acceso persisten a pesar de la existencia de métodos de publicación mucho más baratos. Sin duda, estos problemas son secuelas de un mundo caracterizado por la distribución física y por un volumen mucho más limitado de publicaciones. El actual régimen de publicación surgió en la Europa del siglo XVII, cuando el ritmo de descubrimientos podía calificarse de glacial, conforme a los estándares del siglo XXI. Las revistas científicas proporcionaban la infraestructura primaria para la comunicación y la colaboración eruditas. Aparte de los simposios académicos anuales, las revistas eran el lugar en el que los científicos podían informarse, participar y realizar una crítica detenida de sus respectivos trabajos.

 

Sin embargo, a medida que la empresa científica crece en escala y en velocidad, aumenta también el número de participantes en el ecosistema científico que cuestionan la adecuación del anticuado sistema de revistas para satisfacer sus necesidades. Las nuevas tecnologías de la comunicación vuelven obsoleta la publicación en papel. El tradicional sistema de revistas basado en la revisión por iguales (peer review) está siendo ya aumentado –por no decir superado– por el creciente volumen de colaboración entre iguales (peer to peer).

 

La colaboración está experimentando una auténtica explosión. Un estudio llevado a cabo por el Instituto Santa Fe reveló que el físico de partículas (o de altas energías) medio cuenta actualmente con unos 173 colaboradores. En el mismo estudio se indicaba que el promedio de autores por artículo científico se ha duplicado y hasta triplicado en diversos campos. Crece también el número de artículos que tienen entre 200 y 500 autores, y el que encabeza la lista de todos los recogidos en ese estudio alcanza la asombrosa nómina de 1.681 autores.

 

A medida que las colaboraciones científicas a gran escala se vuelven habituales (por ejemplo, el superacelerador LHC), los científicos recurren cada vez más a métodos distribuidos de recogida de datos, de verificación de descubrimientos y de contrastación de hipótesis, no sólo para acelerar las cosas, sino también para mejorar la veracidad del conocimiento científico en sí. La publicación rápida, iterativa y de acceso abierto implicará a una proporción mucho mayor de la comunidad científica en el proceso de revisión por iguales. Los resultados serán examinados al momento por centenares de participantes y no por un puñado de evaluadores anónimos con hasta un año de retraso. Esto permitirá, a su vez, que los nuevos conocimientos fluyan más rápidamente hacia usos y empresas prácticas.

 

Iniciativas recientes como la de Google Book Search, la Public Library of Science o la World Digital Library se están construyendo actualmente sobre el concepto mismo de acceso abierto. Cuando estén plenamente montadas, las bibliotecas de acceso abierto proporcionarán una vía de entrada sin precedentes a las reservas de conocimiento de la humanidad. Esa mejora en el acceso al saber ayudará, a su vez, a profundizar y ampliar el progreso de la ciencia, y dará a toda clase de personas –desde estudiantes de secundaria hasta empresarios– la oportunidad de aprovechar sus descubrimientos.

 

Fuente: "Crítica"