Las construcciones totalitarias intervienen fuertemente sobre la cultura. La posibilidad de expresión condicionada y resignificada (el rock argentino pasó a llamarse "nacional") no fue ajena a la última dictadura militar argentina.

El Proceso de Reorganización Nacional intervino en el arte, la literatura, el teatro y la música.

Y, si bien es verdad que por esos años algunas representanciones fueron más reprimidas que otras (el folclore, por ejemplo), el rock tuvo una cuota de vigilancia flexible.

Lo cierto es que, tal como señala el historiador Sergio Pujol, el rock funcionó como como una construcción antitética que tiene un antes y un después de la guerra de Malvinas.

"El género tenía un espacio bastante residual en las transmisiones. Y de pronto apareció en un lugar hegemónico y funcionó como dinamizador de la propia industria porque no había muchos discos editados. Entonces, se lanzan más discos, se buscan nuevas figuras”, dijo, oportunamente, el también investigador del Conicet a Rosario3.com .

Así, los muchachos de pelo largo se constituyeron en el “enemigo no previsto" que aglutinó de modo mayoritario a los jóvenes. Es decir, el rock argentino –pese a sus contradicciones internas– se extendió como un canal de expresión y celebración, capaz de convocar grupos más o menos multitudinarios en recitales.

Esos mismos jóvenes cumplieron, con el regreso democrático, el anhelo de padres, tíos, abuelos, docentes, amigos, etc, y de ellos mismos: votar.

Este miércoles se cumplen tres décadas del regreso del acto supremo de la democracia, el voto, al país. Así, un día como hoy, millones de argentinos concurrieron a las urnas para llenarla hasta el techo de ganas.

Con la democracia llegó también la alegría, una invitación a "poner el cuerpo y el bocho en acción”, y a gritar a los cuatro vientos "todavía cantamos"; con la certeza de, como decía Miguel Abuelo: "Ninguna bala parará este tren".

Cinco discos editados en 1983 para cantarle el feliz cumpleaños a la democracia.

Los dinosaurios", presentación de Clics modernos en el Luna Park.

LLos Twist editaron la Dicha en movimiento ese año. La placa traía "Pensé que se trataba de cieguitos".


La guerra no sabe, el álbum de Lito Nebbia junto al cuarteto Zupay. Una canción tan bella como emotiva, que habla del exilio que el propio músico rosarino sufrió: "Serenata para la tierra de uno"


"Agujero interior". Toda una proclama: "Largar la piña en otra dirección" (Con el agregado de "Obras de ´86").


Riff editó en 1983 el disco en vivo En acción. Entre las canciones de ese álbum estaba "Pantallas del mundo nuevo". Por razones históricas, vale la versión ed BA Rock, de 1982.