A los jóvenes de hoy la escuela les resulta tediosa y monótona, mucho más que a los jóvenes de otras épocas. Por ende, lejos de culpabilizar a los estudiantes, habría que tomar conciencia de las responsabilidades de los adultos, dar lugar a la reflexión del propio accionar docente e institucional como fuente de mejora en el comportamiento estudiantil. De lo contrario, habrá que seguir recomendando que en  la escuela secundaria se debe  aprender “zafar”, tratar de pasarla lo mejor posible en un sistema panóptico, de vigilancia y control, donde la autoridad oficia de observador con un poder que actúa sobre el cuerpo de los sujetos, sus gestos, sus discursos y su aprendizaje.

Para provocar algún cambio en este sentido, el profesor no puede pensar sus clases de una vez y para siempre. Las teorías nos han demostrado que los procesos de enseñanza y aprendizaje son diferentes en cada sujeto, en los diferentes contextos y que, a pesar de ser el mismo docente quien trabaja con los mismos estudiantes, su historia de vida también cambia con el tiempo.

Por tanto, cada profesor será quién planifique sus clases, en función de sus alumnos, de la disciplina que enseñe y de los contextos en que se halla inmerso, intentando llegar a todos, en pos de que los aprendizajes tengan sentido en esa escuela donde sus prácticas se enmarcan.

Otros caminos en el aula: Los casos y los problemas

Trabajar con casos y problemas podría implicar una nueva mirada en el aula. Si bien no es una metodología nueva, algunos lo ven con absoluta sorpresa y novedad. Se trata de darle protagonismo al estudiante a través de  su experiencia de exploración e investigación de  situaciones complejas, vinculadas con problemas del entorno real  a fin de lograr desarrollos de procesos cognitivos y encontrar soluciones a los mismos.  No hay una sola manera de abordarlos, sino que permite diversos modos de análisis y resolución.  Es un cambio en el tradicional rol docente, quien deja de ser un ´explicador´, no suministra la información  sino que el alumno la va descubriendo en las distintas fuentes que el profesor le ofrece y la va construyendo en función de la solución que va encontrando al problema. Es un trabajo arduo por hacer para que el alumno pueda pensar por sí mismo.

Tanto el caso como el problema pretenden que los alumnos ofrezcan soluciones por sí solos. Van acompañados de un relato o narrativa con la presentación del mismo y con preguntas críticas que guíen hacia la construcción del aprendizaje, acompañado con fuentes bibliográficas. Trabajar con casos y problemas ofrece innegables ventajas a la hora de promover un aprendizaje constructivo.

Los casos nos ayudan a conocer pero también constituyen por sí mismos conocimiento ya que si fueron bien seleccionados o construidos nos permiten trabajar temas que por su complejidad difícilmente podríamos abordar.

La narrativa debe ser cuidadosa y el tema que aborda debe corresponder a un punto relevante en el diseño curricular ya que demandará otros espacios y tiempos, diferentes a los que estamos acostumbrados. Se trata de disponer de tiempo para pensar y resolver una problemática a fin de construir un conocimiento. Por tanto, las preguntas que acompañan deben ser orientativas y que promuevan otras formas de dar juego al pensamiento, que permitan desarrollar destrezas cognitivas de orden superior, tales como comparación, síntesis, interpretación, entre otros. Las respuestas esperables no podrían ser encontradas en un libro, debería entrecruzar disciplinas y ayudar a que los estudiantes vean cómo se relacionan las materias entre sí.

Es deseable pensar que otra educación es posible, más libre, más inteligente y más creativa. Al menos, debería ser un compromiso individual y social de todos y cada uno de los que transitamos las escuelas.