Habitantes de Nordelta, un mega barrio privado de lujo ubicado en el Tigre, hicieron un reclamo a la empresa de transporte que hace los viajes internos por el gigantesco predio, para que no los hagan viajar con las empleadas domésticas.

Las trabajadoras denunciaron que vecinos de Nordelta presentaron firmas a MaryGo, la empresa de combis, para no viajar junto a ellas al mejor estilo del apartheid sudafricano, publica Página 12. Las mujeres aseguraron que deben esperar a vehículos destinados especialmente para ellas, que demoran en llegar más de 40 minutos, y que llegan atestados, ya que no les permiten subir en las combis de los vecinos.

“Compañeras han escuchado a sus patronas decir que no querían viajar con nosotras por nuestra forma de vestir, porque hablamos mucho de nuestra vida cotidiana, porque algunas hablan guaraní y porque tenemos mal olor”, denunció Marta, una empleada doméstica.

Las combis llevan las empleadas desde el centro de Nordelta hasta la avenida 197 del Tigre, donde las trabajadoras toman los colectivos de línea para ir a sus casas. Las otras combis hacen el mismo recorrido, pero continúan hasta la ciudad de Buenos Aires. Est

Desde hace unos meses, las combis de MaryGo que viajan a Buenos Aires no frenan para que suban las trabajadoras domésticas.

El miércoles 7 de noviembre, Marta, Adriana y otras trabajadoras vieron pasar cuatro combis que iban a Capital. En todas les negaron la subida. Ante esta situación, decidieron cortar la calle. “Era la única forma de que nos escuchen y que dejen de discriminarnos y tratarnos así”, lamentó Adriana.

Durante el corte, algunos vecinos las insultaron. “Una señora nos amenazó. Nos dijo: ‘Se corren o las pasamos por encima’”, recordó Adriana.

Después del corte, la empresa puso en circulación micros escolares para que las empleadas domésticas pudieran viajar. “Mi patrona está indignada porque no paga por ese servicio, sino el del MaryGo. Así que van a hacer una queja por eso también”, informó Adriana.

Desde la empresa habían presentado una iniciativa para que las líneas de colectivo 720 y 723 pudieran entrar a Nordelta. Esto fue rechazado por los vecinos de la zona porque sostenían que de esa forma iban a “entrar chorros” a los barrios.