El caso llamó la atención por ser bastante exagerado: una mujer rosarina descubrió que habían solicitado, a su nombre, cerca de 200 líneas de celulares. Pero ella no los había comprado. El misterio no era tan misterioso: el robo de identidad es el delito de más rápido crecimiento en el mundo, y Rosario no es la excepción. Según las ONG que defienden los derechos del consumidor, de todos los elementos lo que un ladrón puede robar en la actualidad cuando se queda con nuestra billetera o cartera, lo más valioso es el número de DNI, la tarjeta de crédito, de débito, cheques y cualquier otro documento que contenga datos personales.

Otra vía por la que los traficantes de identidad consiguen datos personales es más sencilla y no implica, en principio, ningún tipo de violencia. Sin darse cuenta, la gente difunde datos personales todos los días: al efectuar alguna transacción bancaria, comprar un producto o contratar algún servicio. Los datos que piden para esos trámites son los básicos: nombre, número de documento, dirección, teléfono. Se ofrezca esta información en forma personal, on line o por teléfono, puede caer sin quererlo en manos de un delincuente capaz de robar la identidad financiera de otra persona para realizar muchas actividades en su nombre.

La mayoría de las personas no se enteran de que les robaron su identidad hasta que solicitan un crédito y se lo niegan, quieren contratar el servicio de telefonía celular y no pueden porque aparecen como deudores o, en la mayoría de los casos, cuando aparecen cobros sospechosos en los resúmenes de las tarjetas de crédito.

Algunos ejemplos como para estar atentos

Los casos se multiplican y los damnificados que piden ayuda ante las oficinas defensoras de los consumidores son cada día más. Carlos vive en Rosario y hace unos días recibió un reclamo por parte de una empresa de electrodomésticos a causa de un problema con una tarjeta que supuestamente el hombre había utilizado para comprar en ese comercio un DVD. Inútil fue que Carlos intentara explicar que él no había comprado nada en ese negocio. En la computadora constaba una compra a su nombre pagada con una tarjeta de crédito que contenía sus datos personales. Tras una investigación, pudo comprobar que el banco que le había extendido la tarjeta, había otorgado una segunda tarjeta con sus datos a otro sujeto que compró un listado considerable de cosas utilizando una identidad robada. Carlos inició contra la entidad bancaria una demanda por daños y perjuicios.

En el caso de Cecilia, la situación fue distinta. Su padre le regaló un celular que unos meses después de adquirido tuvo algunos problemas de funcionamiento. Cuando Cecilia se presentó en la empresa de telefonía para reclamar por el desperfecto se enteró de que con su mismo número de documento había registradas más de 200 líneas de teléfonos celulares.

“Muchos de los damnificados se enteran de la estafa cuando reciben el resumen de cuenta y descubren las cifras siderales que deben pagar –cuenta Marta Suárez, de la Oficina Municipal de Defensa del Consumidor de Rosario–; otros no llegan a enterarse hasta mucho tiempo después, porque el ladrón de identidad da a la empresa telefónica un domicilio distinto del que tiene el titular y es allí donde llega el resumen de cuenta mensual que naturalmente nadie paga, hasta que por esa causa se da de baja el servicio.”

El reclamo puede iniciarse directamente en las empresas o bancos respectivos o a través de la Oficina de Defensa del Consumidor, de calle Alem 1046, de lunes a viernes, de 8 a 16, donde el damnificado debe concurrir con toda la documentación relacionada con el tema. Allí se redacta una nota que debe ser firmada cinco veces por la víctima del robo, ante la presencia de funcionarios del organismo que avalan la veracidad de la identidad del denunciante. La nota es remitida luego a la empresa de telefonía correspondiente donde un perito caligráfico coteja ambas firmas: la del damnificado y la registrada en los contratos efectuados con identidad falsa, para comprobar el delito y desafectar de su condición de moroso a la persona estafada.

Incluso las mismas compañías telefónicas tienen formularios impresos para denuncias de este tipo (lo cual da la pauta de la cotidianeidad del problema). Los mismos son completados y firmados por los usuarios damnificados para que se proceda al trámite de verificación descripto más arriba.

Remarca Suárez que sumado a los robos callejeros, el problema de fondo es la venta de bancos de datos personales, la existencia de documentos mellizos y la emisión indiscriminada de tarjetas de crédito por parte de los bancos, aún sin tener conformidad por parte del titulares. Esas tarjetas a veces se traspapelan y otras caen en manos de personas que las utilizan como si fueran propias. “De todos modos, lo más complejo de demostrar es el delito cometido por un medio virtual, donde no hay firma de por medio. Es bastante más engorroso y en la legislación no existen normas que defiendan al consumidor en esos casos”, advierte la funcionaria.

Cómo protegerse para no ser el próximo estafado

Como nadie está a salvo de resultar damnificado, lo importante es saber cómo se pueden reducir los riesgos. Uno de los principales recaudos consiste en no llevar el DNI a todas partes, salvo que sea necesario para algún trámite. Llevar sólo las tarjetas que uno necesita y pocos documentos de identidad.

También se recomienda no escribir información sobre cuentas personales en la parte exterior de un sobre, cortar las tarjetas de crédito antiguas o vencidas y cerrar todas las cuentas bancarias o de tarjetas de crédito inactivas.

En cuanto a la elección de las claves personales para acceso al cajero automático, se recomienda seleccionar un número de identificación que no sea la dirección, número de teléfono, segundo nombre, los últimos cuatro dígitos del DNI, la propia fecha de nacimiento o cualquier otro tipo de información que pueda descubrir con facilidad un ladrón.

Además, se sugiere memorizar el número de identificación personal y no escribirlo en la tarjeta del cajero automático, ni en papeles que se guardan dentro de la billetera. En cuanto al DNI, se aconseja difundirlo sólo cuando sea absolutamente necesario y preguntar, si es posible, si se puede emplear algún otro número de identificación.

En Internet, se aconseja no responder a los mensajes electrónicos o de aparición automática (pop up messages) mediante los que solicitan información personal o financiera ni hacer click sobre los vínculos o enlaces incluidos en estos mensajes. No utilizar la función copiar y pegar para colocar el domicilio, ni enviar información personal o financiera por correo electrónico.

Para mantener bajo control la tarjeta de crédito y las cuentas bancarias, es imprescindible revisar los resúmenes apenas llegan para comprobar si han imputado cargos que uno no ha autorizado. Y, al igual que frente a algunas epidemias, los que conocen el tema en profundidad coinciden en recomendar, antes que el miedo, el cuidado.