El oficialismo reunió hoy, en la sesión que marca la “vuelta de las vacaciones” de los diputados después del receso invernal, el quórum necesario para aprobar el proyecto de los superpoderes, que amplía las facultades actuales del jefe del Gabinete respecto de la partidas presupuestarias.

 

Pese a las críticas de la oposición, la iniciativa oficial tiene el ok prácticamente asegurado. Es que, a diferencia del proyecto de DNU (decretos de necesidad y urgencia), no se requiere para esta aprobación una mayoría especial.

 

El cálculo de los especialistas es el siguiente: a los votos de los legisladores K se sumarán algunos de ex duhaldistas (ahora kirchneristas), más algunos sufragios sueltos de radicales y del Partido Nuevo.

 

¿Quiénes se oponen? El ARI, el Interbloque Propuesta Federal (que reúne a macritas, lopezmurphistas y alMovimiento Popular Neuquino), la UCR , los socialistas y los ex duhaldistas del Justicialismo Nacional (vinculados a Lavagna y Menem). Pero todo indica que no podrían evitar la aprobación del proyecto.

 

Lo que plantea la iniciativa oficial es la modificación del artículo 37 de la ley de administración financiera. Esto permitiría que Alberto Fernández en la actualidad, pero además todos los jefes de Gabinete que lo sucedan, tengan amplias atribuciones para modificar el presupuesto. Podrán cambiar gastos corrientes, de capital, aplicaciones financieras, y la distribución de las finalidades, que son la administración gubernamental, los servicios de defensa y seguridad, los sociales, los económicos y la deuda pública.

 

El jefe de Gabinete se liberará, además, de otra restricción establecida por la ley actual: podrá aprobar modificaciones presupuestarias que impliquen incrementos en los gastos corrientes, en detrimento de los de capital o de las aplicaciones financieras. De este modo, a los legisladores nacionales sólo quedarán reservadas las decisiones que afecten el monto total del presupuesto y el de endeudamiento.

 

En realidad, todos los años, desde 1993, el Congreso debatió la ley de Presupuesto y luego otorgó al jefe de Gabinete la facultad de reasignar partidas. Esta vez, la diferencia es que se los pide para siempre.