Gladys Poremba no se pudo contener y rompió en llanto en la sala de Tribunales. El juez Eduardo Pangia acababa de leer el fallo de la sala I de la Cámara Penal que condena a Lucía Herrera, la imputada por el crimen de su padre, el taxista Jorge Poremba, a 18 años de prisión.
El juicio arrancó arrancó el 28 de junio y durante el mismo Herrera, de 22 años, aseguró no tener nada que ver con el homicidio del chofer, ocurrido en enero de 2006.
Sin embargo, el tribunal integrado por Atilio Pangia, Ernesto Bernardini y Eduardo Sorrentino consideró suficientemente su autoría en el robo y homicidio que generó una seguidilla de protestas de los taxistas en reclamo de seguridad.
El juicio fue oral y por excepción público, porque así lo solicitó la imputada. En el auditorio, la familia Poremba no estaba sola: como siempre, la acompañaban los compañeros del taxista asesinado.
El fiscal José María Peña había acusado a Herrera de robo calificado, portación ilegal de arma y homicidio criminis causa (es decir, cometido para asegurar el robo), por lo que se especulaba que podía corresponderle prisión perpetua. El defensor Carlos Giandoménico aspira a desligarla totalmente. El tribunal entendió que era responsable de robo y homicidio, y fijó la pena en 18 años.
“Poremba está presente; se hizo justicia para él y para Lucía”, dijo una de las hijas del taxista, entrevistada en vivo, desde la sala de audiencias, por los periodistas de Canal 3 Luis Novaresio y Daniel Amoroso. “Poremba está presente”, se emocionó, y agradeció a los testigos que ayudaron a dar con Lucía Herrera.
Poremba tenía 65 años cuando el 4 de enero de 2006 fue baleado en Puente Gallego. Cerca de las 21 de ese día dos chicas le hicieron señas frente a la Jefatura de Policía y pidieron ir al Camino Nuevo a Soldini.
Al llegar a destino una de ellas le apoyó un revólver en la espalda y le exigió dinero. El taxista entregó 40 pesos, pero de todos modos fue baleado con un proyectil calibre 38 que ingresó por el omóplato izquierdo, le atravesó el abdomen y quedó alojado en la ingle. Las chicas se fueron corriendo y Poremba bajó arrastrándose del auto.
“Creo que me dieron un tiro. Me apretaron dos pendejas y me sacaron 40 pesos”, le dijo a un vecino que declaró en el juicio haber visto bajar del auto a dos chicas, y atribuyó el disparo a “la más gordita”.
Poremba manejó hasta su casa y comentó con ificultad lo ocurrido. “No se veía sangre ni el orificio de la bala. Cuando descubrimos que mi papá estaba herido lo llevamos al hospital”, recordó Gladys Poremba al declarar en el juicio, donde precisó que su padre describió a las agresoras como “una rubiecita y otra morocha; una gordita y otra flaca”.
Fue ella quien introdujo el nombre de Herrera en la investigación al revelar que taxistas y vecinos de Puente Gallego se acercaron a su casa para aportarle la identidad de la sospechosa. Luego el propio padre de Lucía denunció en la seccional 33ª que su hija era la responsable del asalto.
El juicio arrancó arrancó el 28 de junio y durante el mismo Herrera, de 22 años, aseguró no tener nada que ver con el homicidio del chofer, ocurrido en enero de 2006.
Sin embargo, el tribunal integrado por Atilio Pangia, Ernesto Bernardini y Eduardo Sorrentino consideró suficientemente su autoría en el robo y homicidio que generó una seguidilla de protestas de los taxistas en reclamo de seguridad.
El juicio fue oral y por excepción público, porque así lo solicitó la imputada. En el auditorio, la familia Poremba no estaba sola: como siempre, la acompañaban los compañeros del taxista asesinado.
El fiscal José María Peña había acusado a Herrera de robo calificado, portación ilegal de arma y homicidio criminis causa (es decir, cometido para asegurar el robo), por lo que se especulaba que podía corresponderle prisión perpetua. El defensor Carlos Giandoménico aspira a desligarla totalmente. El tribunal entendió que era responsable de robo y homicidio, y fijó la pena en 18 años.
“Poremba está presente; se hizo justicia para él y para Lucía”, dijo una de las hijas del taxista, entrevistada en vivo, desde la sala de audiencias, por los periodistas de Canal 3 Luis Novaresio y Daniel Amoroso. “Poremba está presente”, se emocionó, y agradeció a los testigos que ayudaron a dar con Lucía Herrera.
Poremba tenía 65 años cuando el 4 de enero de 2006 fue baleado en Puente Gallego. Cerca de las 21 de ese día dos chicas le hicieron señas frente a la Jefatura de Policía y pidieron ir al Camino Nuevo a Soldini.
Al llegar a destino una de ellas le apoyó un revólver en la espalda y le exigió dinero. El taxista entregó 40 pesos, pero de todos modos fue baleado con un proyectil calibre 38 que ingresó por el omóplato izquierdo, le atravesó el abdomen y quedó alojado en la ingle. Las chicas se fueron corriendo y Poremba bajó arrastrándose del auto.
“Creo que me dieron un tiro. Me apretaron dos pendejas y me sacaron 40 pesos”, le dijo a un vecino que declaró en el juicio haber visto bajar del auto a dos chicas, y atribuyó el disparo a “la más gordita”.
Poremba manejó hasta su casa y comentó con ificultad lo ocurrido. “No se veía sangre ni el orificio de la bala. Cuando descubrimos que mi papá estaba herido lo llevamos al hospital”, recordó Gladys Poremba al declarar en el juicio, donde precisó que su padre describió a las agresoras como “una rubiecita y otra morocha; una gordita y otra flaca”.
Fue ella quien introdujo el nombre de Herrera en la investigación al revelar que taxistas y vecinos de Puente Gallego se acercaron a su casa para aportarle la identidad de la sospechosa. Luego el propio padre de Lucía denunció en la seccional 33ª que su hija era la responsable del asalto.