Oscar Centeno, el chofer de Roberto Baratta y autor de los cuadernos que motivaron las detenciones, será indagado este jueves. Ya no será su abogado Norberto Frontini sino que optó por Gustavo Kollman, una defensa oficial, lo que refuerza la hipótesis de que buscaría los beneficios que da la figura del arrepentido.

Según publicó el diario La Nación, Centeno será el primero en declarar ante el juez Claudio Bonadio. Se esperara que declara ayer al mediodía pero no sucedió. En el juzgado, estuvo reunido con el fiscal Carlos Stornelli, quien confirmó que podría ofrecerle a Centeno seguir en libertad. "Sí, estimo que es probable", dijo sobre la posibilidad de hacerle esa propuesta si el chofer accediera a convertirse en arrepentido. Stornelli afirmó que su intención es negociar con Centeno para que colabore contando lo que sabe, a cambio de mejorar su situación.

Si quisiera hacerlo, el mecanismo sería el siguiente: se celebra una reunión con el fiscal Stornelli y Centeno, asesorado por su defensa, negocia con el fiscal sobre lo que está dispuesto a declarar. Debe ser información veraz, relacionada con el hecho investigado y tiene que apuntar a responsables de igual o mayor jerarquía que él o dar datos vinculados con la recuperación del dinero del presunto delito. A cambio, el fiscal puede ofrecerle modificar su estado de detención durante el proceso y la pena puede bajar a la escala de la tentativa. Después, ese acuerdo se lleva al juez -en este caso, Bonadio- para que lo homologue.

La aparición de Centeno en esta causa se remonta a fines del año pasado cuando su ex esposa, en plena investigación por el pago de sobreprecios en las importaciones de gas licuado del kirchnerismo, se presentó en forma espontánea en el juzgado de Bonadio y declaró que su ex marido tenía un buen pasar económico y se dedicaba a repartir dinero de la corrupción.

La declaración de esa mujer, que denunciaba que su marido la maltrataba, se convirtió en la primera pista de lo que hoy se transformó en un escándalo. Por esa época Bonadio dispuso la detención de Baratta y el allanamiento de su casa. El juez concluyó que el pasar económico de Baratta, su vivienda, su casa en un country y los planos de otra que estaba construyendo para sus padres no condecían con sus ingresos. Extrajo entonces testimonio para que otro magistrado lo investigara.

El nuevo caso les tocó al juez Sergio Torres y a la fiscal Alejandra Mangano, que trabajaron sobre la hipótesis del presunto enriquecimiento ilícito de Baratta y consideraron a su chofer Centeno posible testaferro.

Fue esa investigación la que disparó el caso de los cuadernos. Según supo La Nación, Centeno, ante el temor de ser allanado, los entregó a un allegado suyo para que se los guardara. Así lo hizo esta persona y luego, cuando Centeno se los reclamó, se los devolvió. Pero en el medio, La Nación logró acceder a una copia de los originales, la que finalmente permitió a la Justicia armar el mapa de la corrupción que hoy investiga, con datos que darían cuenta de rutas de pago de coimas, pagadores, valijeros y destinatarios.

El contenido de los cuadernos de Centeno fue verificado por la Justicia por muchas evidencias, informaron fuentes de la investigación. Entre ellas, dos personas que confirman que él es el autor, testigos que reconocieron su letra, registros de visitas a la quinta de Olivos que coinciden con el día, la hora y la patente del auto que dice Centeno que manejaba cuando ingresó allí supuestamente a entregar dinero.

Estos detalles son los que la Justicia espera que pueda ampliar Centeno si se aviene a declarar como "arrepentido" en este caso. Más adelante, Bonadio y Stornelli planean compartir la información que tienen en esta causa con otros jueces de Comodoro Py 2002, para que la vinculen con otros casos que investigan denuncias de corrupción ligados a obras públicas, principalmente del área de energía.