La esclerosis múltiple es una enfermedad neurodegenerativa que padecen cerca de 2,3 millones de personas en todo el mundo, en su gran mayoría mujeres. Una patología englobada en las denominadas ‘enfermedades autoinmunes’, en la que las células del sistema inmunitario atacan por error al propio organismo. Concretamente, la esclerosis múltiple está causada por la destrucción por las células inmunes de la capa de mielina que rodea y protege a las neuronas, lo que imposibilita una transmisión adecuada de los impulsos nerviosos. Y una vez se inicia esta ‘desmielinización’ neuronal, ya no se puede detener, menos aún revertir. Sin embargo, ya hay tratamientos capaces de ‘frenarla’, por lo que el diagnóstico precoz resulta fundamental para poder minimizar el daño neuronal. Y aún sería mejor si se encontrara la manera de ‘predecir’ la aparición de la enfermedad. Y ahora, investigadores de la Universidad de la Columbia Británica en Vancouver (Canadá) parecen haber identificado los signos y síntomas definitivos que alertan, cinco años de que se presenten las primeras manifestaciones clínicas, del futuro desarrollo de esclerosis múltiple.

Como explica Helen Tremlett, directora de esta investigación publicada en la revisa "Multiple Sclerosis Journal", "la existencia de ‘signos de alerta’ está bien aceptada en otras enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer o el párkinson. Sin embargo, los estudios para buscar un patrón similar en los pacientes con esclerosis múltiple han sido ciertamente escasos", según publica el sitio abc.

En consecuencia, parece que el estudio ofrece una evidencia definitiva de que la esclerosis múltiple viene precedida por síntomas tempranos –los denominados ‘pródromos’– diferentes de las manifestaciones clínicas ‘clásicas’ de la enfermedad, caso de la visión borrosa y de la debilidad en las extremidades. Unos resultados que contradicen los dogmas establecidos. De hecho, los libros de Medicina publicados en torno al año 2000 aseguran, de forma muy vehemente, que la esclerosis múltiple carece de estos pródromos. Pero hay que seguir investigando, pues las cuestiones sin resolver en torno a la enfermedad siguen siendo demasiado numerosas.

Como concluye Helen Tremlett, "tenemos que profundizar aún más en este fenómeno, quizás recurriendo a la ‘minería de datos’. Queremos ver si hay patrones discernibles relacionados con el sexo, la edad o el ‘tipo’ de esclerosis múltiple que eventualmente desarrollarán los pacientes".