Claudia Bonato

Fabricio es periodista, tiene 32 años, una personalidad muy carismática y una seria dificultad física que le impide insertarse en el mercado laboral como cualquier otra persona. Padece una atrofia medular espinal congénita de segundo grado que no le permite desplazarse como desearía; pero, al mismo tiempo desarrolla tareas intelectuales y sociales con gran desenvoltura. Su tarea se había limitado a escribir y publicar algunas producciones personales hasta que logró hacerse conocido en la ciudad y fue condecorado por el Concejo Municipal como Ciudadano Distinguido, en honor a su obra literaria.

Fue a partir de entonces que la ex secretaria de Cultura Municipal, Marina Naranjo, le ofreció un contrato para trabajar como coordinador del área literaria en el centro de distrito municipal de Fisherton, barrio donde vive desde que nació. Allí organizó, además, un taller literario en la biblioteca popular Gastón Gori, donde sigue trabajando.

Pero hubo más sorpresas en su vida: este año recibió la propuesta del secretario de Cultura de la provincia, Juan Llonch, para integrarse al equipo de Prensa y Difusión de la Plaza Cívica (el centro cultural ubicado en el edificio de la ex jefatura de policía). “En realidad ya venía participando de algunas actividades –dice Fabricio– pero formalmente empecé a trabajar a partir del martes de esta semana y estoy muy feliz porque es un trabajo con continuidad que me permite ayudarme económicamente y sentirme útil e integrado a la sociedad”.

A partir de ahora, Fabricio trabaja para las secretarías de Cultura de ambas administraciones: municipal y provincial, un hecho quizás sin demasiados precedentes que permite incorporar a la sociedad a un ser valioso y preparado para el trabajo que desempeña. Que se repita.