Tres años. Casi exactos. Y una larga peregrinación por la segunda división. Rosario Central dejó atrás una de las peores etapas de su larga vida, iniciada en aquel aciago domingo 23 de mayo de 2010 y, pintó de auriazul el calendario para dejar establecida la de este 19 de mayo de 2013 como la fecha del regreso. El Canalla, señores, está de vuelta. Y es de primera. Las cosas vuelven a su lugar.

La escuadra de Miguel Ángel Russo coronó con su triunfo ante Gimnasia de Jujuy el anhelado paso a la elite. Necesitó 34 de las 38 fechas disponibles, pero la diferencia que le sacó al cuarto (hay tres ascensos directos), Sarmiento de Junín, se les hizo a estos indescontable. Y entonces, se desató la locura. El desahogo. La felicidad.Que tuvo un rápido reflejo en Rosario: decenas de miles de hinchas de Central –cien mil, según los cálculos que la GUM y la Policía hicieron en el programa A diario, de Radio 2– coparon el Monumento a la Bandera, con euforia y denominador común: los colores azul y amarillo.

Más tarde, en el aeropuerto, también hubo miles. Que fueron a recibir al plantel, que vivió su propia fiesta en el avión y luego se sorprendió por un recibimiento infernal. El club ya avisó que este lunes o martes organizará una celebración para unir a jugadores e hinchas.

Este lunes a la mañana la euforia continuaba: en las calles había gorros, bufanas, camisetas azules y amarillas que abrigaban a los hinchas, felices después de tres años de un duro peregrinar en la B Nacional.

El partido y la campaña 

El partido fue, de alguna manera, reflejo de la campaña. No empezó bien el equipo y no consiguió desnivelar en el primero tiempo. Pero ya en el inicio del complemento volvió a mostrar su jerarquía, sacó ventaja en apenas cinco minutos con dos goles de Toledo –un premio para él y al entrenador que lo bancó siempre a pesar de las críticas–, un rato después el mismo delantero anotó el tercero que fue una joya, y se llevó una victoria por 3-0 que se convirtió en histórica. Y que dio lugar a la fiesta: en Jujuy, donde el equipo estuvo acompañado por miles de hinchas que coparon primero las calles y después la cancha, y en Rosario, donde desde la mitad del segundo tiempo empezaron a escucharse las bombas.

Camino sinuoso

Es que si se enfoca más allá de este partido, el ascenso Central lo fue forjando de a poco. Arrancó mal pisado. Dudando. Perdiendo. Preocupando. Pero logró cambiar a tiempo y entender cuál era la manera. Dónde estaba el camino. Y cuando enderezó el rumbo y halló estabilidad, ahí se quedó. Ganando muy seguido. Sumando. Sin brillar. Pero acumulando puntos y méritos para transformarse en el equipo sensación de una categoría que este año no tuvo el brillo del pasado. Ni las vacilaciones que dejaron al conjunto de Pizzi ahogado en la orilla.

Tres largos años. Merlo, Rivoira, Palma, una fecha de interinato de Lanzidei y Pizzi antes de Russo. Y Miguel. El estratega. El faro que iluminó todo el recorrido. Puesto en duda en aquellos partidos que habían puesto en jaque el amor incondicional de los hinchas. Y sellado a fuego en la piel después de esta gesta. De su mano, gracias a los refuerzos que pidió y a los jugadores que emergieron en los puestos donde los nuevos flaquearon, Arroyito vuelve a ser de primera.

No hay que menospreciar el trabajo de los directivos. Que después de errar muy seguido en las temporadas anteriores, esta vez acertaron en sostener a Russo pese a la crítica general. Y adoptaron una positiva actitud de silencio stampa desde los bochornosos episodios del clásico frustrado. Todo, en su conjunto, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, entregaron lo suyo para que, finalmente, sea el pueblo canalla el que se sienta de nuevo feliz. Aquí, allá y en todos lados, hoy se escucha un solo grito. Señoras y señores, no quedan dudas: Central... es de primera.