“Dejar de fumar engorda”. Esta afirmación es general en ámbitos en los que hay una o varias personas que abandonan el tabaco. ¿Es cierto? ¿Hay una influencia directa entre dejar de fumar y ganar peso? La nicotina, además de matar a millones de personas cada año, causa graves alteraciones en el metabolismo. Tiene efectos sobre el peso corporal, la digestión y la elección de alimentos.

Este aspecto no es menor, ya que una de las barreras para dejar de fumar es el "miedo a engordar". Sin embargo, es posible evitar el sobrepeso a partir del control con profesionales de la salud. Desde Eroski Consumer analizan esta situación.

La nicotina y el resto de componentes tóxicos del tabaco (monóxido de carbono, alquitrán, benzopirenos...) tienen un impacto negativo sobre todo el organismo. Por este motivo, cuando se deja de fumar, el cuerpo acusa una serie de efectos, entre ellos:

- Reducción del gasto energético. Alrededor del 10% de las personas fumadoras experimenta un aumento del gasto energético debido a la nicotina. El organismo del fumador que practica alguna actividad física consume más calorías para eliminar los tóxicos que contiene el tabaco.

- Antojo de dulces. La nicotina provoca un incremento de los niveles de adrenalina, una hormona que, al liberarse, eleva la glucemia. Cuando la persona fumadora tiene hambre, recurre al cigarrillo como medio para calmarla por su capacidad hiperglucemiante. Es fácil comprender que, cuando se deja de fumar, apetece comer más dulces.

- Molesto estreñimiento. La nicotina acelera el vaciado del estómago y reduce el tiempo necesario para el transporte de desechos a través de los intestinos. Son comunes los problemas de estreñimiento en las personas que acaban de dejar de fumar. Se recupera el gusto y el olfato.

El tabaco deteriora el gusto y el olfato. Por ello, cuando alguien deja de fumar, para calmar la ansiedad sustituye los cigarrillos por alimentos. Al apreciar más y mejor el sabor de estos, se tienen más ganas de comer y se opta en muchas ocasiones por alimentos de sabores fuertes, dulces, salados o picantes, lo que se traduce en el picoteo de productos azucarados, con más grasa y, por ende, más energéticos, como chocolate, galletas, papas fritas y demás snacks. La consecuencia de este mal hábito es, a menudo, el aumento de peso.

Fuente: 20minutos