Fernanda Blasco

En Patagonia hay que probar el cordero. Humitas y tamales son las estrellas en las provincias del norte. Imposible viajar a Uruguay y no comer un chivito. Pero, ¿qué sabores identifican a Rosario? Si hasta ahora la pregunta solo generaba debates de sobremesa o charlas de café, ahora la respuesta ha logrado cierto rigor científico. Es que el secretario de Turismo municipal y presidente del Ente Turístico Rosario, Héctor De Benedictis, presentó este viernes un nuevo material gráfico destinado a promover y difundir los ocho sabores emblemáticos de la ciudad. 

En el ranking aparecen, sin duda, el pescado de río y el helado artesanal, dos de las delicias más asociadas tradicionalmente a la zona. Sin embargo, también se incluye la particular receta de tostado con ketchup popularizada como Carlito (sin "s", por favor), así como las vedettes de las panaderías: las Turcas y las medialunas de Nuria. Además, se celebran con ánimo de picada la mortadela Paladini y el aperitivo Amargo Obrero. Y hay incluso lugar para la costumbre de asar el chorizo en forma de bife (que algunos conocen como chorigol). 

Delicias del río marrón


Pese a que durante mucho tiempo Rosario vivió "a espaldas" del río Paraná, lo cierto es que desde siempre el pescado que de allí proviene ha tenido su lugar en la mesa local. Entre las especies más populares figuran la boga, el pacú y el surubí, aunque no son las únicas. Los locales suelen obtener sus ejemplares en los puestos de pescadores de La Florida, para luego incluir en recetas de familia. Son muchos los restaurantes especializados que ofrecen platos clásicos y otros con un toque gourmet. 

Una dulce pasión artesanal


Nada le gusta más al rosarino que la chapa de Capital Nacional del Helado Artesanal. Con 70 fábricas y un consumo promedio que casi duplica al de otras ciudades, la ciudad ofrece multiplicidad de locales donde degustar variados sabores. En el ranking, el chocolate, el dulce de leche y la frutilla. Pero también hay propuestas gourmet para los más exquisitos.

El tostado que no lleva ese


Quizá para muchos el plato más asociado a Rosario, el Carlito es un tostado de jamón y queso aderezado con ketchup. Su nacimiento se vincula a las clásicas chopperías que existían a mediados del siglo pasado. Hay más de un mito sobre cómo nació, algunas dudosas leyendas incluyen hasta personajes de la talla de Carlos Gardel. Una de las versiones más populares indica que nació en el antiguo bar Cachito, ubicado en Pellegrini y Maipú. 

Escoltas obligadas del café


Ni dulce ni de grasa. La medialuna rosarina es salada. Gracias a un error de un panadero, que alteró la receta sin proponérselo, las fieles acompañantes del café en bares tienen un gusto especial que las distingue de las que se pueden encontrar en otras partes del país. La panadería en donde nacieron, Nuria, fue creada en 1936 por Enrique Adel, panadero llegado de Cataluña. Hoy, son un clásico irresistible.

Las amigas de oriente


Las turcas son rosarinas, aunque sueñe extraño. Cuentan que en la década del 40, un repostero de apellido Assuf decidió modificar una tradicional receta de Medio Oriente. Sobre una masa casera de hojaldre preparada por manteca, decidió poner crema pastelera en vez de frutos secos. Luego de un tiempo en el horno, el obligado baño de almíbar. Así nacieron “las turcas”. Gracias a la ayuda de vendedores ambulantes, se hicieron muy conocidas en partidos de fútbol. Hoy, son un icono de la pastelería local.

Himno a la mortadela


Los fanáticos de la mortadela se cuentan por montones en la ciudad. La primera mortadela fue elaborada en 1958, por la empresa Paladini, y tuvo gran aceptación. Al punto que diez años después se presentaría una mortadela gigante (¡pesaba 300 kilos!) en la Sociedad Rural. Algunos la prefieren cortada en cuadraditos, vedette de las picadas. Otros prefieren en sandwich, para reemplazar al jamón.

No todos los obreros son amargos

Porque el rosarino además de comer también bebe, no podía faltar en la lista un trago. Amargo Obrero nació en 1887, en la ciudad. La etiqueta refleja la fuerza del trabajo y las raíces del movimiento obrero, con los colores rojo y negro como símbolo del anarquismo sindicalista. Muchos consideran que su nacimiento fue una reacción contra las bebidas dulces que tomaban las clases burguesas. "El aperitivo del pueblo argentino” sigue vigente y hoy pelea de cerca con bebidas como Fernet, Gancia, Campari. Tragos sugeridos para después del trabajo: El Che (con gaseosa Cola), Pico y Pomelo (con gaseosa Pomelo), Pueblo Grande (con soda de sifón). 

De carne somos


El asado es el plato nacional. Era imposible que la carne quedara fuera de la lista de platos rosarinos. El bife de chorizo en formato no tradicional (conocido por algunos como chorigol) logró colarse entre las delicias made in Rosario. La historia registrada por el área local de turismo cuenta que frente al parque Yrigoyen, en el carrito Jorgito Junior, en 1994, una señora comentó que no comía chorizo porque le caía mal. Entonces se lo prepararon sin piel y aplastado en forma de bife. A la mujer le gustó y le cayó bien, por eso volvió por más. Un taxista la escuchó y quiso probarlo. Le gustó también y pasó la voz. Mito o realidad, son muchos los que lo disfrutan con chimichurri en alguna plaza o frente al río.