Un proyecto coordinado por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) persigue mover el hospital a la casa del paciente de Parkinson, e incluso a la ropa, por medio de dispositivos conocidos como sensores "vestibles"´.

Las señales recogidas con estos sensores se envían diariamente a un PC instalado en el propio hogar, en el que se procesan de forma automática para detectar y cuantificar los síntomas del enfermo.

Una vez hecho esto, la información se envía al hospital, donde se genera un informe diario que alertará al médico en caso de que se detecte algún valor anómalo.

El sistema trata de superar dos retos: conseguir que la tecnología sea transparente al usuario, y gestionar toda la información que se genera de forma inteligente. PERFORM llega a producir dos Gigabytes de información por paciente y semana, si el paciente viste los sensores una media de ocho horas al día.

Revisar semejante cantidad de información diariamente es físicamente imposible, por lo que uno de los principales desafíos fue el diseño de herramientas de minería de datos que se encargaran de hacer ese trabajo.

La información obtenida se utiliza para crear una herramienta de ayuda a la decisión para profesionales que les ayude a gestionar toda la información que se genera, crear un perfil de la enfermedad por cada paciente y lograr la personalización del tratamiento.

Tras cuatro años de investigación, y tres estudios pilotos realizados con más de 100 pacientes en hospitales de España, Italia y Grecia los resultados positivos “invitan a ser optimistas” –según sus promotores– y pensar en el despliegue de este tipo de sistemas en los próximos años.

La iniciativa se enmarca dentro del problema del envejecimiento de la población en los países desarrollados. Más allá de su dimensión estrictamente demográfica, el envejecimiento preocupa por sus efectos sociales, políticos y económicos.

Aunque vivimos más años, pasamos más tiempo enfermos. Muchas de las enfermedades crónicas con mayor prevalencia en España suelen comenzar a mostrar sus primeros síntomas a partir de los 40-50 años de edad.

Estos cambios han hecho necesario el desarrollo de nuevas estrategias que, por una parte, permitan a los pacientes gestionar su propia enfermedad; y, por otra parte, que ayude a los profesionales clínicos a gestionar este tipo de enfermedades de una forma más efectiva y precisa ofreciéndoles información objetiva que les ayude a tomar mejores decisiones en el diagnóstico y que les facilite el seguimiento clínico de sus pacientes.

Fuente: Tendencias 21