El cuerpo estaba en una tumba del cementerio conocido como Akeldama ("campo de sangre", en arameo), cerca de donde la tradición sitúa el suicidio de Judas Iscariote tras traicionar a Jesús.

Los investigadores, de las universidades Hebrea de Jerusalén, Lakehead de Canadá, New Haven de EEUU y University College de Londres, creen que el cadáver corresponde a un sacerdote o miembro de la aristocracia porque estaba enterrado junto al de Annas, un sumo sacerdote pariente de Caifás.

El cadáver no recibió una segundo sepultura, como era costumbre en la época, cuando un año después de la muerte se quitaban los huesos al cuerpo y se metían en un osario.

El profesor Mark Spigelman, de la Universidad Hebrea, explica esta anomalía en que el hombre padecía lepra y tuberculosis, dos enfermedades halladas en el ADN de sus huesos y que aparentemente motivaron además que el acceso al nicho fuese sellado con argamasa.

La lepra, como el resto de enfermedades que desfiguran, ha sido históricamente sinónimo de ostracismo en el seno de la comunidad, pero los investigadores creen que en este caso el hombre tenía una notable vida social en Jerusalén, dada la ubicación de su tumba, el tipo de telas empleadas para embalsamarlo y la limpieza de su pelo.

El sudario es el primero descubierto de la época de Jesús en Jerusalén, pero difiere mucho de la famosa Sabana Santa de Turín, lo que lleva a los autores del estudio a concluir que esta última no data de aquellos años.

El estudio aparecerá hoy en la publicación científica en internet "PloS ONE Journal".

Fuente: EFE