Virginia Giacosa/Lisandro Machaín

 

Como el dulce de leche, el colectivo, el mate y la birome, el Día del Amigo es un invento nacional. Y sí, fue un argentino el que nos obligó a hacer regalitos cada 20 de julio.

 

El inventor del Día del Amigo es el odontólogo Enrique Ernesto Febbraro, profesor de filosofía y psicología. Lo impulsó el 20 de julio de 1969 mientras miraba por televisión la llegada del hombre a la Luna. Antes de que la nave Apolo 11 regresara a la Tierra , desde su consultorio de Lomas de Zamora, donde vivía en ese momento, Febbraro envió mil cartas a cien países y recibió por correo unas 700 respuestas.

 

Con esa ida y vuelta de correspondencia quedó sellado el Día del Amigo, que tiene reservado un casillero especial en el calendario nacional y sobre todo en Rosario, donde desde hace días están colmadas las plazas de bares y restaurantes donde se realizará el festejo (ver nota relacionada).

 

Aunque desde que Neil Armstrong pisó la Luna en la Argentina no se dejó de poner en práctica esta tradición no fueron muchos los países que se animaron a adoptar la celebración. En España recién este año se estrenará el Día del Amigo (www.diadelamigo.com).

 

Aunque su emprendimiento modificó por completo el almanaque de los argentinos, la humildad de Febbraro es notable. “Es simplemente una historia de vida y no hay mucho anecdotario detrás”, dice quien puso fecha al festejo de los amigos argentinos de otros países de América latina.

 

“Desde muy chico sentí que hacía falta un reconocimiento a los amigos. Y siempre creí en esta espiritualidad, por eso decidí instalarlo”, contó Febbraro, que hoy tiene 82 años.

 

Ya estaba casado y tenía dos hijos cuando el hombre llegó a la Luna y pensó que “en ese encuentro con el universo podría ubicarse el paralelo de la amistad de todos los seres humanos del mundo”.

 

Ese mismo día, acompañado por su esposa, mandó a imprimir unas mil tarjetas que invitaban  a celebrar esa fecha como el Día del Amigo. “Se necesitaban tantas estampillas que generé un caos en la oficina de correo y el jefe del sector ordenó que se pusieran también las que estaban fuera de servicio”, recordó.

 

A partir de ahí, se siguió carteando con cada uno de los que respondieron a la misiva y fue el encargado de crear la Comisión Nacional del Día del Amigo que funciona, hasta hoy, con sedes en Ecuador, Brasil y Chile.

 

“La amistad es una virtud, es la manera de reconocerse uno en otra persona que es el amigo o amiga”, resumió. Y agregó: “No creo en los que tienen un millón de amigos, es mejor tener pocos y buenos”.

 

En momentos donde la celebración pasa por los regalos y la salidas grupales, Febbraro señaló que “no hay que perder la comunicación”. “Hay que recordarle a los amigos que uno está para ayudar y que lo que ellos significan”, indicó.

 

Febbraro contó que sus amigos son cinco. “Los cuento con los dedos de la mano izquierda: dos son de la infancia y a los de esos años que murieron los reemplacé con gente nueva. Incluso la celebración del día del Amigo me dio nuevos amigos”, concluyó.