La estructura del Machu Picchu corre severos riesgos que podrían ser reducidos de cerrar el acceso al santuario dos días por semana. Esta idea fue expuesta por el geólogo peruano Patricio Valderrama del Instituto Geológico Minero y Metalúrgico de Perú (INGEMMET), quien señaló que los 3.000 visitantes diarios que tiene el santuario y el flujo continuo de autobuses y trenes "podrían provocar asentamientos en el terreno", es decir, un descenso en su estructura.

Esto se debe a que las rocas graníticas de las que está formada la montaña en la que se ubica Machu Picchu "se encuentran muy fracturadas, lo que ha provocado algunos deslizamientos en la superficie de la tierra", detalló Valderrama.

La fuente agregó que se están llevando a cabo los estudios para determinar cuántas personas tendrían que acceder a Machu Picchu al día y aunque esta cifra no está aún fijada, señaló que "no estaría mal darle un par de días a la semana de descanso".

Según el científico peruano, estos riesgos, por acción natural, "ya fueron identificados por los incas, quienes habilitaron "andenes, terrazas, muros de contención y sistemas de drenaje muy óptimos para evacuar las aguas de las lluvias", intensas en el departamento sureño de Cuzco.

Sin embargo, "con el paso de los años estos sistemas se han descuidado y ya no evacúan las aguas, lo que ha provocado que se hayan vuelto a reactivar pequeños problemas en el terreno", matizó el científico.

Agregó que, de no conservarse y repararse estas construcciones incas, algunas de las estructuras más representativas de la ciudadela, como el Torreón, el Templo de las Tres Ventanas o la Plaza Principal "podrían verse comprometidas" al ceder la superficie en la que están situados.

Según Valderrama, desde hace tres años se llevan a cabo trabajos por parte del Instituto Nacional de Cultura (INC) para mantener los sistemas incas, "habilitando nuevos drenajes y canales por donde se evacúan las aguas de la lluvia".