Dilma Rousseff fue destituida de su cargo de presidenta de Brasil por el Senado de ese país, por 61 votos contra 20, en el final de un largo proceso de juicio político que confirma a Michel Temer como mandatario hasta el 2018.

La sesión fue iniciada a las 11.17 de este miércoles por el presidente de la Corte Suprema, quien dirige los trámites en su condición de garante constitucional del proceso en el que Rousseff responde por unas supuestas irregularidades fiscales que la defensa niega y la acusación ha considerado "completamente probadas".

Asumirá formalmente en su cargo el ex vice Michel Temer. Según la agencia Télam, se trata de un habilidoso político que conoce los pasillos del poder como pocos. Es el séptimo presidente de Brasil desde el fin de la dictadura militar, en 1985, aunque llegó al cargo en forma indirecta y bajo el signo de la "traición" a su ex jefa política, contra quien trabajó arduamente para destituirla.

El Senado halló a Rousseff culpable de incumplir la ley de responsabilidad fiscal, por haber modificado los presupuestos vía decreto, sin autorización legislativa, y porque consideraron que el Gobierno tomó créditos de la banca pública, algo prohibido por ley, al demorarse en hacer depósitos a esos bancos.

Durante el proceso, Rousseff negó que esas maniobras configuren irregularidades y también rechazó que ella tuviera cualquier intencionalidad al firmar los polémicos decretos, por lo que considera todo el proceso en su contra un "golpe de Estado".

La votación estuvo precedida de los encendidos alegatos finales de senadores de ambos lados, que estuvieron cargados de expresiones dramáticas y hasta de insultos.

El senador Lindbergh Faria llamó "¡canallas, canallas, canallas!" a quienes se disponían a votar a favor de la destitución, repitiendo las célebres palabras que profirió Tancredo Neves, uno de los padres de la democracia, cuando el Congreso apoyó el golpe de Estado de 1964.

Le respondió el senador Ronaldo Caiado diciendo que los "verdaderos canallas" son los que "robaron" a la petrolera estatal Petrobras, un escándalo de proporciones gigantescas que salpicó al Gobierno de Rousseff, pero también a varios ministros de Temer.

Rousseff tuvo el alivio de salvarse de la inhabilitación para ocupar cargos públicos durante ocho años, un castigo que suele ir aparejado al cese forzoso de un político, pero que el Senado decidió no aplicarle a la ahora exmandataria.

La separación de ambas votaciones fue solicitada a última hora por el Partido de los Trabajadores (PT), una moción que fue aceptada por el presidente del Tribunal Supremo, Ricardo Lewandowski, que presidió el juicio político en el papel de garante constitucional, y que causó polémica entre los opositores a Rousseff.