Tres personas murieron en la localidad libanesa de Ain Alak (región de Bikfaya), a unos 35 kilómetros al noreste de Beirut, en un atentado contra dos autobuses que transportaban a partidarios del gobierno de Fuad Siniora.

Las primeras cifras ofrecidas por la Agencia Nacional de Noticias (oficial) situaron en doce el número de muertos y diez los heridos.

Sin embargo, fuentes policiales corrigieron estas cifras a la baja y declararon, cuatro horas después de los hechos, que el saldo definitivo era de tres muertos y 20 heridos.

Dos de los muertos son hombres –uno es un egipcio llamado Mohamed Mahmud– y la tercera es una mujer. Los libaneses son en ambos casos cristianos.

Las explosiones, según las fuentes policiales, las produjeron varias cargas que estaban disimuladas entre los asientos de dos microbuses, y que en total sumaban entre dos y tres kilos de explosivos.

Los microbuses transportaban a partidarios del gobierno que mañana tenían previsto participar en la manifestación para recordar el asesinato hace dos años –el 14 de febrero de 2005– del ex primer ministro Rafic Hariri y otra 22 personas.

Aquel asesinato dividió al país en dos mitades, una encabezada por el gobierno del sunnita Fuad Siniora, furibundamente antisiria, conocida como "14 de marzo", y otra encabezada por el grupo chiíta Hezbolá, y apoyada por el presidente Emile Lahud, conocida como "8 de marzo".

El atentado de hoy se suma a una serie de asesinatos de personalidades en casi todos los casos conocidas por sus posturas antisirias, que han dejado muertos o gravemente heridos a numerosos políticos y periodistas.

Bikfaya, donde se produjo el atentado, es una zona cristiana feudo de la familia Gemayel, que el pasado noviembre perdió a uno de los suyos, el ministro de Industria Pierre Gemayel, en uno más de estos atentados que han quedado sin esclarecer.

Amin Gemayel, el padre del ministro asesinado, pidió calma a sus conciudadanos y no caer en luchas fratricidas: "Las víctimas, pertenezcan al 14 de marzo o al 8 de marzo, son libaneses", dijo, pero recordó también que el único modo de superar esta tragedia será la creación del tribunal internacional que juzgue el asesinato de Hariri.

Pero otras voces se mostraron menos conciliadoras: para el ex diputado Gabriel Murr, este atentado no es sino "un mensaje para los cristianos, para que no se manifiesten mañana", por lo que les pidió que no tengan miedo y salgan a la calle.

Es precisamente entre los cristianos libaneses entre quienes la fractura social es mayor: una parte importante apoya al gobierno, con figuras como Samir Geagea o Amin Gemayel, mientras que otros como el general Michel Aoun o el propio presidente Lahud, forman una extraña alianza con Hizbulá y contra Siniora.

Lahud dijo que el atentado de hoy es "un mensaje claro para hacer abortar las tentativas destinadas a lograr un acuerdo entre los libaneses para poner fin a la crisis".

Sin embargo, este acuerdo parece más lejano que nunca por el clima que vive el país desde el pasado noviembre, cuando los diputados chiíes y uno leal a Lahud abandonaron al gobierno y comenzaron una campaña para obligar a Siniora a formar un gabinete de unidad nacional donde la actual oposición cuente al menos con ocho ministros, la considerada "minoría de bloqueo".