Mientras Lalo descansaba este mediodía en el Heca, bajo el efecto de sedantes, sus vecinos y conocidos todavía se preguntaban por qué reaccionó así. Lejos de describirlo como un chico problemático, todos coincidieron en que es un joven “común y corriente”, como cualquier chico de 20 años. Quizás con algunos problemas, sí, ocasionados por la temprana muerte de su padre que lo habían llevado a un tratamiento psiquiátrico.

Esta madrugada, Estanislao R. asesinó de cuatro puñaladas a su hermano Nicolás, dos años mayor. Luego, según las primeras reconstrucciones del hecho, atacó a golpes a su madre, a quien mordió en forma salvaje en el rostro, al estilo Hannibal Lecter, el personaje de la película "El silencio de los inocentes". Luego, tomó el auto, atravesó el portón de la casa vecina, se bajó y mato a su vecino de 84 años. A la hija de éste también la atacó y le causó tantos traumatismos que su estado de salud era reservado y la asistían mecánicamente en su respiración.

Sin embargo, ningún relato de quienes conocen a este joven coincide con el perfil violento e irracional que se desató en la madrugada de este jueves, causando dolor y muerte. Stella Maris fue docente de Lalo en el colegio Brigadier Estanislao López. En contacto con el programa A Diario (Radio 2), la docente confió su extrema perplejidad ante el hecho y dijo en tono contundente: “Su personalidad no da para un cortocircuito semejante. Algo debió pasar para que reaccione de esta forma”.

Según contó esta mujer, que también fue tutora del joven, Lalo y su hermano Nicolás “sufrieron mucho la pérdida repentina del papá. Se murió en un partido cuando ellos iban a la escuela primaria”. Como el menor de los Repeto “tenía algunos problemas de conducta típico de algunos chicos, nada graves”, Stella Maris lo seguía muy de cerca: “Era alegre, para nada violento y se llevaba bien con su hermano. No tenían una relación de celos”. Ambos, de acuerdo a lo que detalló, siguieron tratamientos psicológicos porque estaban muy afectados por la pérdida paterna.

“Lalo no le perdonó a la vida la pérdida del papá”, destacó y agregó: “Me impactó mucho lo que pasó porque en el verano estuve con la mamá de los chicos y me dijo que Lalo estaba muy bien, que estudiaba y que había empezado a trabajar en la galería Rosario (donde la familia tiene un negocio). Es un chico seductor y muy sociable”.

Tampoco los vecinos podían entender lo que había sucedido y todos estaban de acuerdo en que la familia no presentaba ningún tipo de comportamiento que pudiera levantar sospechas. Los crímenes de estas mañana, está claro, eran inimaginables.

"Era una familia educada, de dar los buenos días y buenas tardes" dijo uno de los vecinos del lugar que miraba asombrado hacia el lugar del hecho. "La familia tenía buena convivencia con los vecinos, era buena gente, la relación entre hermanos era buena", remarcó una de las habitantes de la zona.

Algunos de los vecinos destacaron que “la mamá estaba muy sola” y “que los crió como pudo porque quedó viuda muy joven”. Otra señora añadió: "Conozco a esta gente de toda la vida, al chico y al señor que falleció. No sé que pudo pasar, es increíble". Y así pudo resumir la sensación generalizada en la calle Marull al 200, el desconcierto.