Haydeé y Alcira trabajan la tierra del conocimiento, sembrando y cosechando a través del tiempo, al que logran desafiar a pesar de los años. En “Las siete vacas sueltas”, el lenguaje es múltiple y sirve a un relato que aborda la tarea docente de estas mujeres quienes, atravesadas por paradigmas de diversas épocas, sostienen un noble y firme empeño común: educar, sembrar semillas. Bajo la dirección de Ana María Jaime, la obra cuenta con su actuación y la de Vilma Echeverría. Se estrena el jueves 31 de mayo, a las 21 en la Sala Cultural de Abajo y permanecerá en cartel los sábados de junio y julio a la misma hora.

En diálogo con Rosario3.com, la docente y bailarina Ana María Jaime, explicó que “Las siete vacas sueltas” tiene un origen histórico y simbólico: “En enero de 1536 llegó al Río de La Plata Don Pedro de Mendoza y fundó la ciudad de la "Santísima Trinidad y el puerto de Nuestra Señora de los Buenos Aires". Pero los constantes ataques de los indios querandíes, los dejaron sitiados y sin alimentos. La hambruna y la aparición de graves enfermedades, obligaron a los conquistadores a emprender la retirada. Sólo quedaron siete vacas y un toro, que con el tiempo se reprodujeron y multiplicaron, transformándose en la principal riqueza de estas tierras”, señaló.

Pero este relato no es el único que inspiró a la obra. La construcción de esta historia que se desarrolla en un lugar de las llanuras del territorio argentino y que, atraviesa la centuria de 1820 a 1920, se basa en el cuento de Roberto Fontanarrosa “Maestras Argentinas”. “El relato se va desprendiendo y comienza a dibujar su propio rumbo en distintas escenas”, explicó la directora.

Sobre los personajes – estas dos mujeres capaces de transgredir el paso del tiempo– agregó: “Enfrentan intemperies, adversidades y pese a todo, van sobrellevando con empeño, un destino incierto. A través de los tiempos ellas se perpetúan, como el secreto que encierra un huevo, de germen y fruto. Y florecen y renacen, cíclicamente, con nuevos colores, nuevas expectativas y repetidas ansiedades”.

Quienes se acerquen al Cultural de Abajo, no sólo verán actuación en el escenario sino que también podrán disfrutar de la danza y el canto. “Investigamos en la praxis, la construcción de sentido y universo simbólico, desde los múltiples recursos de lenguajes artísticos diferentes”, precisó Jaime. En cuanto al desarrollo de la obra, indicó: “Fue gestando su propia estética, aproximándose al teatro del absurdo con tintes surrealistas, e irrupciones de humor y drama realista que se van interfiriendo en el relato. Como en la movilidad de un caleidoscopio, se van sucediendo e irrumpen las diferentes escenas, con nuevas narrativas, dejando atrás el primer cuento originario”.

“Como intérpretes, fuimos llevadas por el “hacer” del objeto teatral, a un lenguaje escénico que se fue definiendo y modelando durante el transcurso de las acciones", observó y terminó: "La obra nos fue habitando, a la vez que iba definiendo sus formas sobre el material físico con que contábamos: el espacio vacío y los cuerpos”.