El riesgo que tiene una persona de desarrollar una enfermedad está condicionado no solo por el ambiente, es decir, cómo transcurre el devenir de su vida –ejercicio físico, dieta, tabaquismo, etc.–, sino también por sus genes. Y es cada vez es mayor el número de variantes genéticas ya identificadas que se asocian a una mayor probabilidad de padecer una enfermedad, caso por ejemplo de la variante genética ‘APoE4’, ligada a un mayor riesgo de alzhéimer.

De ahí que la creciente popularidad de los test genéticos, que además de más baratos, rápidos y fáciles de realizar permiten conocer el riesgo de una persona de desarrollar distintas patologías. Sin embargo, los resultados de estos test son en ocasiones "ambiguos". Más aún en el caso de que la persona porte una "variante de significado incierto" (VUS), término con el que se define a aquellas mutaciones genéticas que no se sabe si realmente se asocian o no a una enfermedad.

Y ante este resultado, dada la incertidumbre, el portador experimenta un gran temor y ansiedad. Pero, ¿no hay manera de saber si estas VUS aumentan o no el riesgo de una patología? Pues como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford (EE.UU.), sí. Y para ello, tan "solo" hay que recurrir a las células madre y la edición genética.

Como explica Joseph Wu, co-autor de esta investigación publicada en la revista "Journal of the American College of Cardiology", "la verdad es que esta situación supone un gran problema. Me sentiría muy asustado si alguien me dijera que tengo una variante genética que podría causarme un episodio de muerte súbita. El resultado podría ser una preocupación innecesaria y de por vida para el paciente cuando, en realidad, la variante podría ser completamente benigna".

Es más; en aras de confirmar los resultados, los autores recurrieron a la técnica de edición genética ‘CRISPR/Cas9’, popularmente conocida como "corta-pega" genético, para corregir la mutación –que no es sino la ausencia de un único nucleótido en el gen ‘KCNH2’– en los cardiomiocitos del paciente e "introducirla" en los del voluntario "sano". ¿Y qué pasó? Pues que las tornas se cambiaron: los cardiomiocitos con la mutación corregida ‘latieron’ adecuadamente, mientras que aquellos con la mutación ‘inoculada’ mostraron las características de la enfermedad. Por tanto, como indican los autores, "los resultados confirmaron que el paciente tenía un caso leve de síndrome del QT largo".

En este contexto, los autores ya habían utilizado recientemente esta técnica combinada de células madre y edición genética para evaluar en otro paciente una VUS supuestamente asociada a cardiopatía hipertrófica, enfermedad en la que el músculo cardiaco se encuentra engrosado –o ‘hipertrofiado’– y que supone la principal causa de episodios de muerte súbita en jóvenes. Pero en este caso, como destaca Joseph Wu, "la VUS resultó ser benigna y pudimos decirle al paciente que no tenía por qué preocuparse".

Sea como fuere, concluyen los autores, "el éxito de utilizar los mismos métodos para determinar el riesgo de dos enfermedades distintas en dos pacientes diferentes sugiere que esta técnica es una herramienta muy prometedora para la evaluación de las VUS en general. Unos resultados que creemos particularmente interesantes porque hemos empleado métodos de precisión para abordar una necesidad no cubierta de los pacientes. Ahora ya podemos decirle a una persona lo que implica portar una VUS".

Fuente: abc