La medicina y la educación se toman de la mano. El desarrollo de la imagenología no sólo está abriendo más posibilidades a médicos y pacientes: también se incorpora al aula. Los científicos observaron cómo cambia el flujo sanguíneo en el cerebro y qué zonas se activan en situaciones relacionadas con el aprendizaje.


"Se ha estudiado el funcionamiento del cerebro sano, y eso está permitiendo que desde la medicina podamos hacer un aporte a la enseñanza", explica el doctor Sergio Mora, académico del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile.


El gran aporte de las neurociencias a la educación se resume en una frase: el aprendizaje es un proceso de plasticidad, no de almacenamiento. La metáfora del cerebro como una computadora muy compleja, con un gran disco duro que intenta guardar todo lo que quedó atrás, dando paso a la concepción de un órgano plástico, moldeable, que va cambiando con la experiencia.


La neuroplasticidad, es la propiedad del cerebro de modificar su arquitectura en respuesta a distintas actividades: millones de neuronas hacen contacto, formando y fortaleciendo continuamente circuitos, lo que se traduce en cambios físicos en el cerebro. Si se dejan de usar ciertas redes neuronales, éstas pierden conexiones, y si hay un uso repetido con cierta frecuencia, van surgiendo otras nuevas; así ocurre el aprendizaje", especifica la doctora Marcela Bitrán, investigadora del Centro de Educación Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica de Chile.


En todas las fases del ciclo vital se crean neuronas nuevas. La etapa más crítica es el primer año de vida, durante el cual se desarrollan las áreas en las que están representados los sentidos. Durante la infancia se van produciendo "ventanas" temporales de oportunidades excepcionales de aprendizaje: así, por ejemplo, hasta aproximadamente los siete años es posible aprender un segundo idioma como si fuera la lengua nativa. Más tarde, en la adolescencia, ocurre una suerte de "poda neuronal", en la que algunos circuitos que no están en uso comienzan a perderse, y continúan desarrollándose otros.


La intensidad de la neuroplasticidad cambia a lo largo de la vida, pero la posibilidad de aprender en un individuo sano se mantiene aun en la vejez.


Lo importante son las condiciones que favorecen el aprendizaje. Y el ejercicio físico es una de ellas. Una escuela en Illinois compró trotadoras para que los estudiantes hagan ejercicio como parte de la jornada diaria; la ejercitación inmediatamente antes de una clase de matemáticas, por ejemplo, resultó en mejores rendimientos, en comparación con alumnos que trotaron después de la clase. Las sustancias que se liberan en el cerebro con el ejercicio hacen que la capacidad de atención y focalización sea mayor.


"En nuestras escuelas tratamos que los niños lleguen y se sienten en silencio. Si sabemos que el cerebro está más apto para aprender después del ejercicio, podríamos integrarlo al proceso de aprendizaje, lo que sería una revolución en términos educacionales", agrega la especialista.


Asimismo, es importante considerar que las neuronas que se activan eléctricamente al mismo tiempo permanecen juntas y forman redes entre sí


Esto implica que se puede favorecer el aprendizaje combinando las actividades motoras, la vista y la audición. Cuando se activan distintas vías sensoriales, el aprendizaje se refuerza.


Un factor de cuidado es el estrés. Si bien es importante en la adaptación al ambiente, cuando es excesivo juega en contra del aprendizaje; el profesor debe considerar los niveles de estrés del estudiante, de tal forma que éste no esté en un lugar tan cómodo en el que nada es un desafío, pero tampoco en una zona de pánico en la que se bloquea.


"Aprendemos lo que nos motiva y nos produce placer y eso a veces se olvida en el aula. Conociendo cómo funciona el cerebro podemos conseguir que nuestros estudiantes tengan aprendizajes significativos", destaca el doctor Sergio Mora.


La II Jornada Internacional "Estilos de Aprendizaje, Educación y Neurociencias" se realizará los días 27 y 28 de octubre en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.



Fuente: El mercurio