Germán Héctor Benítez, prófugo, con captura internacional, acusado de triangular precursores químicos que se incautaron en la quinta de unos narcos mexicanos en Ingeniero Maschwitz, tenía un laboratorio “fantasma” en Entre Ríos 1031, en pleno centro rosarino.
De acuerdo a lo publicado este domingo por el diario Crítica de Santa Fe, Benítez compraba precursores químicos –entre ellos, efedrina– junto a Edelmiro González, a través de Raúl Ribet, quien actualmente está procesado en la causa que investiga el juez federal Federico Faggionatto Márquez. Esos precursores fueron a parar a la quinta del conurbano bonaerense donde los narcos mexicanos –de quienes se sospecha que tienen lazos con el cartel de Sinaloa– fabricaban drogas sintéticas destinadas al extranjero.
Una brigada de Drogas Ilícitas de Zárate-Campana allanó hace dos semanas las oficinas de Entre Ríos 1031 en busca de las empresas de uno de los prófugos. “Como preveíamos, nos encontramos con un laboratorio fantasma que pertenecía a Germán Benítez”, confirmó un alto jefe de esa delegación de la Policía Bonaerense.
Los investigadores allanaron la oficina rosarina después de rastrear el origen de los precursores químicos que habían incautado el 17 de julio pasado en una quinta de Ingeniero Maschwitz, donde funcionaba un laboratorio clandestino en el que se fabricaban pastillas de éxtasis.
En ese operativo, Drogas Ilícitas de Zárate-Campana detuvo a ocho mexicanos y a un argentino. Y ninguno de los apresados explicó a quién compró y a quién vendió 2,9 toneladas de efedrina, una sustancia que se utiliza como principio activo para descongestivos y antigripales, pero que también se usa como precursor químico para elaborar metanfetaminas, una de las materias primas del éxtasis.
Los frascos incautados en la casa quinta del norte bonaerense habían sido adquiridos en el circuito legal, porque su venta en la Argentina no está prohibida, como sí lo está en México. Esas sustancias tenían un número de lote del Registro Nacional de Precursores Químicos, que depende de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar). Por medio de ese registro, los investigadores lograron detectar los laboratorios que habían adquirido esos compuestos. Y una de las direcciones que figuraba era Entre Ríos 1031, a nombre de Germán Héctor Benítez.
Los investigadores del triple crimen de General Rodríguez encontraron durante los últimos días una relación con el laboratorio clandestino desmantelado en Maschwitz. Uno de los Nextel incautados en esa quinta del conurbano tenía agendado el nombre de “Sebastián F”, quien sería el empresario Sebastián Forza, que apareció asesinado el 13 de agosto, junto a Leopoldo Bina y Damián Ferrón.
De acuerdo a lo publicado este domingo por el diario Crítica de Santa Fe, Benítez compraba precursores químicos –entre ellos, efedrina– junto a Edelmiro González, a través de Raúl Ribet, quien actualmente está procesado en la causa que investiga el juez federal Federico Faggionatto Márquez. Esos precursores fueron a parar a la quinta del conurbano bonaerense donde los narcos mexicanos –de quienes se sospecha que tienen lazos con el cartel de Sinaloa– fabricaban drogas sintéticas destinadas al extranjero.
Una brigada de Drogas Ilícitas de Zárate-Campana allanó hace dos semanas las oficinas de Entre Ríos 1031 en busca de las empresas de uno de los prófugos. “Como preveíamos, nos encontramos con un laboratorio fantasma que pertenecía a Germán Benítez”, confirmó un alto jefe de esa delegación de la Policía Bonaerense.
Los investigadores allanaron la oficina rosarina después de rastrear el origen de los precursores químicos que habían incautado el 17 de julio pasado en una quinta de Ingeniero Maschwitz, donde funcionaba un laboratorio clandestino en el que se fabricaban pastillas de éxtasis.
En ese operativo, Drogas Ilícitas de Zárate-Campana detuvo a ocho mexicanos y a un argentino. Y ninguno de los apresados explicó a quién compró y a quién vendió 2,9 toneladas de efedrina, una sustancia que se utiliza como principio activo para descongestivos y antigripales, pero que también se usa como precursor químico para elaborar metanfetaminas, una de las materias primas del éxtasis.
Los frascos incautados en la casa quinta del norte bonaerense habían sido adquiridos en el circuito legal, porque su venta en la Argentina no está prohibida, como sí lo está en México. Esas sustancias tenían un número de lote del Registro Nacional de Precursores Químicos, que depende de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar). Por medio de ese registro, los investigadores lograron detectar los laboratorios que habían adquirido esos compuestos. Y una de las direcciones que figuraba era Entre Ríos 1031, a nombre de Germán Héctor Benítez.
Los investigadores del triple crimen de General Rodríguez encontraron durante los últimos días una relación con el laboratorio clandestino desmantelado en Maschwitz. Uno de los Nextel incautados en esa quinta del conurbano tenía agendado el nombre de “Sebastián F”, quien sería el empresario Sebastián Forza, que apareció asesinado el 13 de agosto, junto a Leopoldo Bina y Damián Ferrón.


