En medio de la jornada más sangrienta que vivieron los egipcios desde el golpe de Estado cívico militar del pasado 3 de julio, el gobierno de facto decretó el estado de sitio en todo el país durante un mes y toques de queda desde las 19 a las 6 por tiempo indefinido en gran parte del territorio.

Según explicó el vocero del Ministerio de Salud de facto, Mohamed Fath-Allah, de los 278 muertos que dejó este miércoles la ola de violencia y represión, 82 fallecieron en los desalojos de los campamentos de protesta que la Hermandad Musulmana, el movimiento de Mursi, en El Cairo, que comenzaron por la madrugada.

Un total de 43 policías también murieron durante los desalojos en la capital, según informó el ministro del Interior.

En pleno caos desatado por los operativos de represión, la policía cerró las principales rutas y accesos a El Cairo, y suspendió la circulación de trenes para evitar que los seguidores de Mursi intentaran marchar hacia la capital y copar las calles de la ciudad, donde se concentran los medios internacionales.

En consecuencia, poco se sabe sobre los enfrentamientos que se desataron en el resto del país a lo largo del día y que se cobró la mayoría de las víctimas que fallecieron este miércoles en Egipto.

La violencia en las calles y la lluvia de críticas que provocó la represión entre los aliados internacionales, como Estados Unidos, llevó además a que el vicepresidente interino Mohamed el Baradei, una de las figuras internacionalmente más respetadas del gobierno de facto egipcio, renunciara a su cargo.

En una carta dirigida al presidente de facto, Adly Mansour, el premio Nobel de la Paz presentó su dimisión y pidió "a Dios el altísimo que preserve nuestro querido Egipto de todo lo malo, y que cumpla las esperanzas y aspiraciones de pueblo".

Las palabras de El Baradei resonaron en el mundo, pero no quebraron la determinación de la alianza cívica militar que gobierna Egipto desde el golpe de Estado.

El movimiento civil Tamarrod, el mismo que lideró las multitudinarias marchas contra el gobierno de Mursi y celebró el golpe que lo derrocó, acusó hoy a El Baradei de "escapar a su responsabilidad", mientras que el ministro del Interior de facto responsabilizó de toda la violencia a los islamistas.

"Los simpatizantes de la Hermandad Musulmana intentaron imponer el caos en todo el país", sentenció Mohamed Ibrahim en una conferencia de prensa televisada, en la que acusó al movimiento islamista de incendiar al menos siete iglesias en el sur y atacar 21 comisarías con armas de fuego, bombas molotov y cuchillos.

A pesar del enorme saldo de víctimas, Ibrahim aseguró que los desalojos de esta mañana se realizaron "respetando los estándares internacionales de uso mínimo de la fuerza".

"Dimos órdenes claras de no usar armas durante el procedimiento", agregó el funcionario de facto, a pesar de las innumerables fotos de heridos de bala que circularon por los medios internacionales y las redes sociales.

Relatos de testigos sostienen que policías egipcios comenzaron el desalojo arrojando gases lacrimógenos contra los manifestantes que respondieron con piedras y botellas, lo que entonces provocó el intercambio de disparos, informó la agencia de noticias DPA.

Según el ministro del Interior de facto, los disparos provinieron de islamistas apostados en los pisos superiores de los edificios vecinos.

Según la Hermandad Musulmana, la policía ingresó con armas y disparando.

Fotos de agencias internacionales mostraron algunos militantes islamistas con armas, sin embargo, el grueso de las víctimas fatales de los desalojos recayó del lado de los manifestantes.


Fuente: Télam