DSM (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders) es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) y contiene descripciones, síntomas y otros criterios para diagnosticar trastornos mentales.

Estos criterios de diagnóstico proporcionan un lenguaje común entre los distintos profesionales (psiquiatras, psicólogos clínicos e investigadores de las ciencias de la salud) que tratan a pacientes con dichos trastornos, estableciendo los criterios que los definen y ayudando a asegurar que el diagnóstico sea preciso y consistente, pero así como existe la convención frente a algunos trastornos, también subsiste otra mirada que interroga y convoca a repensar el modo de diagnosticar el padecimiento mental.

El Psicólogo Álvaro Wilchel propone otro punto de vista frente a la problemática del DSM, que viene a profundizar estas cuestiones así como plantear otras alternativas frente al tratamiento de trastornos mentales.

A tu criterio, ¿qué es el DSM?

El DSM es un instrumento que surge de un determinado campo de saber y poder. Y que lejos de ser aséptico, neutral y objetivo, slogan vedette de las intenciones científicas, se constituye finalmente como un gran desorientador sistemático y ordenado de las subjetividades.

Pero a la vez en un gran orientador peligroso para ciertos intereses provenientes principalmente de la industria farmacéutica y laboratorios.

¿Qué uso le da el psicólogo en su trabajo?

Me gustaría invertir la pregunta afirmando que desde este punto de vista cuando el DSM irrumpe en el consultorio esta atraviesa toda la experiencia allí planteada.

Por lo que uno podría decir, que es el DSM quien hace uso del psicólogo como así también del paciente. Funda una práctica, y como tal una relación humana basada fundamentalmente en la desubjetivación del discurso, del que habla. Es más, son las palabras las que pasan a ser instrumento validante del DSM.

Y ahí entramos en la lógica entificante: es esto o es lo otro. Se borran las huellas de las historias que las palabras portan al salir de cada boca. Después de ésto solo queda estar desorientados, aunque ordenados y en forma sistemática.

¿Existen alternativas al DSM para el diagnóstico clínico?

Claro que existen alternativas. Y más que alternativas, prácticas totalmente distintas. Porque de lo que estamos hablando es de ética y por lo tanto de cómo pensamos al otro, al sujeto. Ética que no vacía el discurso, lo que el otro tiene para decir sobre su padecimiento, para ponerlo al servicio una vez más de las estadísticas o de planteos "sordos" u homogeneizantes. Sino que pone la oreja allí donde las marcas, las ideas y venidas de la historia de un sujeto dan vida a su decir. Esa es una alternativa.

¿Cuáles son las principales dificultades que plantea este manual?

Como todo manual cuanto más próxima a este tipo de prácticas, más alejado de la posibilidad de que el sujeto subjtive e historice sus malestares y más cercano a "colonizar" sus dichos. Es decir, que quedás tentado a las intervenciones recetas en las cuales “yo sé lo que te pasa a vos, porque sos uno más de la muestra y te digo qué hacer”.

Es así que la victoria de los psicofármacos está a la vuelta de la esquina. Las supuestas eficacias de las terapias breves residen en una eficacia para el vendedor, el mercado y nunca para el que consulta.  

El posicionamiento ético que da lugar a la idea de un saber no sabido del padecimiento, inconsciente, siempre singular, es un proceso largo, profundo y difícil para el sujeto pero transformador. Rasgos no muy comerciales para los tiempos actuales pero sí saludable.

Álvaro Wilchel | Psicolólogo

Matrícula 5346