El papa Benedicto XVI proclamó hoy santo al mexicano Rafael Guízar Valencia, víctima de la persecución anticlerical del siglo XX, del quien recordó que era llamado "Obispo de los pobres".

Durante la misa de la canonización presidida por el Pontífice y concelebrada por 38 oficiantes, el Papa dijo: "Santo es aquel hombre y aquella mujer que, respondiendo con alegría y generosidad a la llamada de Cristo, lo deja todo para seguirlo".

De Rafael Guízar Valencia, que fue obispo de Veracruz, "en la querida nación mexicana", el Papa explicó en español, durante la ceremonia de beatificación, que fue "un ejemplo de quienes lo han dejado todo para ´seguir a Jesús´".

"Este santo fue fiel a la palabra divina, viva y eficaz, que penetra en lo más hondo del espíritu. Imitando a Cristo pobre se desprendió de sus bienes y nunca aceptó regalos de los poderosos, o bien los daba enseguida".

Por sus acciones "recibió ´cien veces más´", dijo Benedicto XVI, quien aseguró que "pudo ayudar así a los pobres, incluso en medio de ´persecuciones´ sin tregua".

Y destacó que "su caridad, vivida en grado heroico, hizo que le llamaran el ´Obispo de los pobres´".

Según el Papa, el nuevo santo "fue un incansable predicador de misiones populares, el modo más adecuado entonces para evangelizar a las gentes".

Explicó que una de las prioridades de Guízar Valencia fue la formación de los sacerdotes y dijo que su ejemplo sirva "a los hermanos obispos y sacerdotes a considerar como fundamental en los programas pastorales, además del espíritu de pobreza y de la evangelización, el fomento de las vocaciones sacerdotales y religiosas".

La canonización se hizo en la Plaza de San Pedro, donde miles de fieles se congregaron, entre ellos unos siete mil mexicanos, según Rafael González, uno de los defensores de la causa para la canonización de Guízar.

Pero también había miles de italianos, ya que Joseph Ratzinger proclamó santos a Felipe Smaldone (1848-1923), fundador de la Congregación de las Hermanas Salesianas de los Sagrados Corazones, y Rosa Venerini (1656-1728), fundadora de las Maestras Pías Venerinas.

Y junto a ellos, feligreses franceses y estadounidenses, que asistieron a la beatificación de la monja Teodora Guerin (1798-1856), fundadora de la Congregación de las Hermanas de la Providencia de Santa María "ad Nemus" (v.d. Saint Mary of the Woods)

"Sus nombres serán recordados para siempre", dijo Benedicto XVI.

Guízar Valencia nació el 26 de abril de 1878 en Cotija de La Paz (Michoacan, México) y su figura simboliza el anticlericalismo en aquel país a finales del siglo XIX y comienzos del XX.

Perseguido, refugiado en Estados Unidos, Guatemala y Cuba, donde estaba cuando fue nombrado obispo de Veracruz, Guízar Valencia desplegó una intensa y arriesgada actividad pastoral, según dijo el papa Juan Pablo II el 25 de enero de 1995, cuando lo proclamó beato.

En un día agradable en Roma, la ceremonia, que duró más de dos horas, se desarrolló entre los aplausos de los seguidores católicos que podían admirar grandes retratos de los nuevos santos colgados de los balcones de la Basílica de San Pedro.

Al término de la ceremonia, Ratzinger saludó en español a los peregrinos mexicanos llegados para la canonización de Guízar Valencia.

"Que su ejemplo ayude a los fieles católicos a seguir con fidelidad y coherencia el camino de Cristo, testimoniando a toda la sociedad la belleza de su amor y de su paz. ¡Feliz fiesta para todos!", dijo.

Entre los mexicanos que asistieron al acto, había una delegación oficial encabezada por el ministro de Asuntos Exteriores, Luis Ernesto Derbez Bautista, y de la que formaba parte el embajador ante la Santa Sede, Luis Felipe Bravo.