¿Por qué algunos ciudadanos adjudican al gobierno nacional la “desunión de los argentinos”? ¿Por qué algunos piensan que si no hay un pensamiento único, la sociedad está necesariamente dividida? ¿Por qué el conflicto social es visto por algunas personas como una anomalía que hay que subsanar? La historia universal exhibe innumerables ejemplos de que los antagonismos ideológicos existieron siempre en todos los países y muestra que la imagen de la sociedad armónica donde todos los habitantes están satisfechos y felices siempre, es utópica y ficcional.

Tanto el jueves 8 de noviembre, como los días previos y las horas posteriores al mismo, el foco de atención estuvo puesto en la convocatoria impulsada por organizaciones sociales, ciudadanos comunes y militantes de partidos políticos opositores que salieron a la calle a protestar. Los reclamos que se repetían a través de las redes sociales y se formularon en distintos puntos del país y el exterior, fueron muchos y distintos.

Pero, a pesar de la diversidad, en los comentarios realizados por los usuarios de las redes sociales aparecieron algunos elementos comunes como la convicción de que “Argentina está dividida a causa del gobierno nacional”; que “la presidenta divide para reinar”; o “que la población está enfrentada por las políticas nacionales implementadas por Cristina Fernández de Kirchner”.

A la luz de la historia universal, esas afirmaciones que sindican a alguien en especial como causante de las diferencias y conflictos sociales pierden sustento; ya que la coexistencia de posiciones enfrentadas se remonta a las sociedades primitivas y “ha sido una constante en todas las épocas”, señaló a Rosario3.com, Patricia Tica, doctora en Historia y docente.

“Todo tiempo histórico es un tiempo conflictivo. El conflicto mismo es consustancial a la vida. Sólo donde no hay vida, no hay conflicto. Pero también es cierto que hay ciertos momentos en la historia en los cuales determinadas personalidades, por sus características, producen grandes cambios, un antes y un después. Esto no es propio de la historia argentina, sino de la historia mundial, y los enfrentamientos o los posicionamientos económicos, políticos y sociales opuestos caracterizan todos los tiempos”.

Aún así, hay sociedades que tienden a pensar que son un caso excepcional o que a sus miembros les va peor que al resto de la humanidad. “Los argentinos pensamos que todo tiempo pasado fue mejor, y esto nos lleva a dramatizar y a no ocuparnos del tiempo presente, como si fuese muy malo o peor que lo ya vivido”, sostiene la docente y agrega que “en realidad, cada tiempo histórico tuvo sus conflictos propios, con tensiones, intereses, pugnas y pujas internas. Los hombres y las sociedades se manejan en la conquista del poder, y definir cuánto podemos manejar o influenciar a los demás, siempre ha dividido a las sociedades; eso no es nuevo, dijo.

A modo de ejemplo, Tica cita las vísperas de la Revolución de Mayo de 1810, donde no todos los protagonistas de entonces estaban de acuerdo con iniciar una etapa diferente, quebrando el dominio colonial con España. “Algunos tenían ideales independentistas, pero otros impulsaban proyectos promonárquicos –señala–. Los sectores sociales que conforman un pueblo son diversos en orígenes, en características culturales y en pautas socioeconómicas. Esto determina el posicionamiento particular de cada uno frente a determinadas políticas y pretender un país donde todo esté armónico es una utopía, una realidad ficcional que desconoce además, las características propias del ser humano. También nosotros, como individuos, somos animales complejos”, explica.

“La realidad argentina no es distinta de la de otros países”

Históricamente, los grandes procesos que se dieron en otros pueblos también fueron conflictivos, y hubo sectores enfrentados, muchas veces con contiendas bélicos, como la guerra de secesión norteamericana), que terminó con el triunfo de uno los bandos –el del noreste industrializado– que planteaba los ideales de libertad, por sobre el sur que tenía connotaciones socioeconómicas, ideológicas y políticas totalmente diferentes.

Pero hay una característica propia del “ser argentino” que consiste en mirar de forma extremadamente crítica el país que habita. Subestima lo propio y sobreestima lo extranjero. “Ésa es una mirada derrotista que pone siempre en los otros la responsabilidad de lo que ocurre y que no permite ver que el problema de la construcción social de «lo argentino» es un problema propio, no de los otros”, sostiene Tica.

“También –agrega– hay desconocimiento del proceso histórico que se está transitando, porque el gobierno de Cristina Kirchner –independientemente de si nos gusta o no– surgió de elecciones nacionales, como consecuencia de un sinnúmero de factores. Hay un importante sector de la sociedad argentina que en su momento le dio el poder a ella y luego le renovó el mandato. Éso no puede desconocerse. La historia está hecha por hombres y mujeres circunstanciados y contextualizados en su tiempo histórico, y CFK es fruto de este tiempo. Pretender ignorarlo es un error.

No obstante, la historiadora reconoce como válido el reclamo del respeto a la Constitución que establece la no re-reelección presidencial y explica que “uno de los problemas que tienen las democracias débiles, no institucionalizadas, donde la participación ciudadana no siempre se da bajo canales legales, es este intento continuo de no respetar la norma. La Constitución es la norma fundamental y el reclamo es por demás válido”, enfatizó.

En relación con el rol de la oposición, Tica afirmó que “hay un debilitamiento de los partidos políticos, de las instituciones y organizaciones formales que tampoco han podido canalizar las aspiraciones de una ciudadanía que reclama mayor participación y transparencia. No logran las movilizaciones y el convencimiento que en otros tiempos históricos era más claro”, sostiene.

Cristina: presidenta mujer

Mucho han hecho los movimientos sociales en el mundo para garantizar la participación activa de las mujeres en todas las instancias sociales y políticas; pero es evidente que los cambios en la manera de pensar de las sociedades (conformadas por hombres y mujeres) son mucho más lentos que los logros concretos en la ocupación de los espacios.

En este sentido, Tica destaca la personalidad de Cristina Kirchner “como mujer y como oradora. No puede negarse el protagonismo que ella tiene. Su presencia en la política argentina marca un antes y un después, y esto es algo que a una parte de la población le provoca cierta molestia”, remarca, e insiste en que “otro error de la política argentina es no pensar en los consensos y en los acuerdos con todos los sectores, imprescindibles para pensar en proyectos a largo plazo”.

“Tampoco puede obviarse el contexto económico y su influencia en la política. Ha recrudecido el poderío de una fuerza económica muy poderosa que incide en el hacer de la política y no puede negarse que a nivel mundial se produjo un trasvasamiento de riqueza desde amplios sectores de la sociedad mundial a manos de unos pocos que desde el mismo sistema financiero tienen los resortes de la economía. Negar esto es no dar cuenta de las limitaciones que se tienen en el ámbito de lo político para hacer viable una realidad social”, concluyó la historiadora.