Algunos chicos consumen golosinas con más frecuencia de lo debido, algunas veces por la incapacidad de los padres para negarse a la petición incansable de sus hijos, que demandan estos productos, otras por el desconocimiento de los padres respecto a sus efectos negativos para la salud a largo plazo.

Las golosinas y snacks, se caracterizan porque son muy apetecibles, produciendo "casi dependencia"; son hipercalóricas, suelen contener sustancias alimenticias no recomendables para la salud a largo plazo y en ocasiones su consumo puede producir accidentes graves.

Las calorías que aportan estos productos son altas, a veces excesivamente elevadas, contribuyendo a que los niños o bien engorden o bien coman pocos alimentos sanos, aquellos que les hacen crecer de manera equilibrada.

Una bolsa de caramelos de goma de 100 g. contiene 360 calorías, una de maníes pelados con el mismo peso, 600 calorías y una bolsa de papas fritas pequeña de 44 g. tiene 250 calorías.

“Nutrition Action Healthletter” publicó un estudio realizado por el Centro Científico de Salud Pública de California sobre el tema. Este estudio demuestra que una bolsa de tamaño medio de pochoclo, más la gaseosa que los niños y padres consumen en el cine contiene 1.160 calorías y 60 gramos de grasa saturada.

Esta grasa procede de aceite de coco y margarina y representa tres veces la grasa diaria que debe consumirse.

La obesidad es una enfermedad epidémica de niños y adultos que se produce porque las calorías aportadas con la alimentación superan a las gastadas, convirtiéndose el exceso o sobrante calórico en grasa, no en músculo, hueso o tejidos, sólo en grasa.

Contrariamente a lo que muchos padres piensan, la obesidad no es genética, sino que se debe, en casi la totalidad de los casos, al exceso de calorías aportadas con los alimentos y bebidas.

La composición de las golosinas y snacks tampoco es la apropiada, bien porque estos productos contienen excesivas grasas saturadas procedentes de coco o de animales y un exceso de sal (galletitas, papas fritas, frutos secos, pochoclo), o bien porque contienen azúcares que aportan calorías vacías sin utilidad nutritiva (dulces, caramelos, gomitas, chicles, gaseosas).

Otras veces los colorantes, saborizantes y aditivos, cuya única función es hacer más atractiva a la vista, olor, sabor o consistencia del producto, ocasionan alergias y urticarias. Algunas golosinas pueden poner en riesgo la vida de los niños pequeños, bien por obstrucción de la vía aérea alta al quedarse el caramelo, bombón o cereza dulce adheridos al paladar o cerrando el paso del aire, o bien por aspiración del fruto seco a las vías respiratorias bajas, dificultando o impidiendo el paso del aire al pulmón.

Estos episodios cursan con atragantamiento, sofoco y asfixia, a veces no presenciados por los adultos, en cuyo caso el niño sufrirá neumonías de repetición porque el fruto seco aspirado se hincha obstruyendo el paso de aire y dificultando el drenaje de las secreciones pulmonares.

Fuente: El mundo