El consumo excesivo de sal se ha relacionado con múltiples problemas para la salud. No en vano es una de las principales causas de accidente cerebrovascular y su uso abusivo se vincula también con el aumento de infartos, sobrepeso, hipertensión arterial, problemas renales e, incluso, con el desarrollo de enfermedades de origen autoinmune como, por ejemplo, la esclerosis múltiple. Ahora un estudio llevado a cabo por dos instituciones científicas alemanas y publicado por la revista Nature ha querido ir más allá de las consecuencias directas para comprobar cómo la ingesta de sal afecta a la microbiota intestinal, cuyo correcto funcionamiento resulta básico para el sistema inmunitario, según webconsultas.

Así, para llevar a cabo la investigación, los científicos utilizaron en primer término a un grupo de 20 ratones de laboratorio. A 12 de ellos se les dio una dieta con alto contenido en sal, mientras que los otros ocho roedores siguieron con su dieta normal. Tres semanas después analizaron la composición de sus heces y comprobaron que la microbiota intestinal del primer grupo de ratones estaba alterada. Concretamente habían visto reducida significativamente la presencia de lactobacilos, mientras que por el contrario, debido al incremento de la presencia arterial, se había producido un notable aumento de las conocidas como células inmunitarias TH17, vinculadas con la hipertensión y la esclerosis múltiple.

Para completar el estudio, los autores crearon un pequeño grupo piloto con doce hombres a los que se suplementó la dieta con 6 gramos adicionales diarios de sal (cabe recordar que la OMS recomienda no consumir más de 5 gramos al día). Dos semanas después las consecuencias en la microbiota intestinal de los participantes eran las mismas que las observadas en los ratones.

Algunos lactobacilos, diana terapéutica en potencia

Los resultados obtenidos en las pruebas convierten potencialmente a la microbiota intestinal en una diana terapéutica de primer orden para poner solución a los problemas de salud causados por el consumo excesivo de sal. No en vano, en una segunda fase de la investigación, los científicos suplementaron la dieta de los roedores que estaban ingiriendo mayores cantidades de sal con un probiótico del Lactobacillus murinus, que es la bacteria que más se había visto afectada por la sal. Para su sorpresa la presión arterial disminuyó y con ella las células TH17. Además, en los ratones que tenían una enfermedad autoinmune experimental inducida por los propios investigadores (una especie de enfermedad modelo de la esclerosis múltiple), el suplemento probiótico consiguió que ésta no se agravara pese al consumo aumentado de sal.

En la microbiota intestinal humana no existen los Lactobacillus murinus, pero sí otros lactobacilos que podrían ser susceptibles de jugar un papel similar. Por ello, y pese a tratarse todavía de resultados en fase experimental, los autores consideran que los probióticos podrían tener potencial como terapia para el tratamiento de enfermedades cuyo desarrollo estuviese vinculado al consumo excesivo de sal. En ese sentido, aseguran que ya están preparando nuevos ensayos para confirmar los resultados en personas, así como para estudiar la influencia que el consumo excesivo de sal y su efecto en la microbiota intestinal tienen el desarrollo de otras enfermedades autoinmunes como la psoriasis.