Fernanda Blasco
En la puerta del coqueto hotel céntrico, un centenar de fanáticas, todas muy jóvenes, se agolpan tras los cristales de la entrada en un intento por ver a sus actores preferidos, por arrancarles una foto o un autógrafo. Ajenos al intenso ajetreo que genera su presencia, a un piso (y varios empleados de seguridad) de distancia los protagonistas de La pelea de mi vida, película de Jorge Nisco que este jueves desemabarca en los cines de todo el país, tienen un encuentro informal con periodistas locales para promocionar el film. 

Llama la atención los músculos que Mariano Martínez y Federico Amador desarrollaron para sus roles: en la ficción son boxeadores. Se nota que los muchachos entrenaron para hacer creíbles sus actuaciones en la pantalla grande. También es llamativa la juventud de Lali Espósito, ex chica Cris Morena devenida en actriz de teatro y cine. Con un sombrero que deja ver apenas algunos mechones de su extremadamente corto cabello (cambio de look que hizo llorar a algunos seguidores), ella chequea emails en su tablet mientras sus compañeros posan para fotos y hablan entre ellos.
Cuando se encienden cámaras y los grabadores es casi como si alguien dijera "Acción". 

"Es una historia de amor con mucha acción, tiene emoción y humor", resume Martínez. "No hay buenos ni malos, son personas nobles", remarca Amador. Y Lali siente la necesidad de aclarar: "No habla solo de boxeo".

¿De qué trata La pelea de mi vida? Tras ser descalificado en una importante pelea, el boxeador Alejandro Ferraro (Martínez) decide irse de Argentina e instalarse en Colombia. Deja atrás todo: trabajo, familia, amor. Veinte años más tarde, una noticia alterará su vida y definirá su regreso. Se entera de que tiene un hijo de ocho años, de su antigua novia, quien vive con un arrogante padrastro, Bruno Molina (Amador), un hombre que además de millonario es boxeador. Alejandro emprenderá entonces el regreso no solo para recuperar el honor perdido sobre el ring, sino para conseguir el amor de ese hijo que jamás conoció. 

Martínez cuenta que la preparación física fue intensa: durante seis meses se entrenó seis horas por día, combinando box y fierros. También adoptó una dieta especial. "Luego, más de un mes para aprenderse las coreografías", puntualiza. Coreografías en el ring, vale aclarar. "Todas las peleas fueron coreografiadas, en la pelea final dejamos todo porque si no era creíble la película no valía", se suma Amador. Y confiesa que "las piñas pasaban a dos centímetros de la nariz". A no sufrir, nadie salió lastimado.
La ex Teen Angel también hace su aporte: "Apenas me llegó, me comí el libreto. Lo de la tecnología no tenía antecedentes y mi personaje era lindo, acepté al toque". Sobre su personaje, plantea: "Siempre fui la nena cuidada, casi siempre en hogares de huérfano. acá era cuidar a un niño, darle margen a su historia". Su análisis sobre el cambio de roles: "No me gusta que me crean más grande, pero ya no soy una niña". Más seria plantea luego que "era el momento de terminar una etapa y arrancar otra". 

A la hora de recomendar ver la película, Martínez y Amador van al corazón de la película, alaban la historia, el cruce de géneros, los trabajos del director y los productores, entre otras cosas. Pero la recomendación de Lali arranca numerosas carcajadas: "Chicas, vayan a ver estos músculos en 3D", dispara, mientras con sus brazos señala los atléticos cuerpos de sus compañeros de elenco. "¡Las tablas de planchar que tienen ambos!", alaba, entre suspiros.

La pelea de mi vida, que se estrena solo en 3D, demandó un rodaje de diez semanas, que se realizó en Tigre, provincia de Buenos Aires. Martínez, Amador y Espósito lideran un elenco además integrado por Agustina Lecouna, Emilio Disi, Mauricio Dayub, Victorio D´alessandro y Mariano Argento. El film fue producido por Argentina Sono Film y Telefé.