Este martes 6, del sexto mes del año que termina en seis, será, de acuerdo al Apocalipsis, el Día del Diablo (666), lo que -créase o no- impulsa a los miedosos a colgarse del cuello un crucifijo de madera y a los corajudos, a casarse en esa fecha, que se da sólo una vez cada década. Esta última actitud, de moda en Europa, supone un abierto desafío a los designios del fin del mundo y una explícita proclama a favor de la sexualidad: sucede que el 6 es el número del hombre, porque Dios lo creó en el sexto día. El Apocalipsis sermonea con que los mortales en posición de comprar o vender (¿quiénes no?) llevan oculta la marca del Diablo: en 130,17 advierte que "(...) nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre". El versículo 18 es más explícito: "Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis". ¿De dónde surgió esto? Según las Escrituras, Dios creó al hombre en el sexto día y el séptimo descansó, de ahí que el 666 sea el número del hombre y de lo imperfecto, como el Diablo; por contraposición, 777 es el número de la completud, de lo divino. No sólo teólogos y comentaristas bíblicos han interpretado el número 666 como el símbolo del "anticristo", también la literatura y el cine popularizaron la imagen de un Satán encarnado. Películas como La Profecía, o La Maldición de Damian, muestran un 666 tatuado en el cuerpo, de acuerdo con el texto bíblico que dice que los hijos de la Bestia llevan una "señal en la frente o en la mano". La escritora Mary Stewart Relfe -autora de "Cuando el dinero falla" y "El nuevo sistema monetario"- descubrió que el número del Diablo figuraba en los códigos de barras de sus latas de cerveza. Tales códigos informáticos, impresos en todos los productos comerciales del mundo, tienen una peculiaridad: al principio hay una barra más larga, que no tiene un número debajo, como las demás; en el medio hay otra igual, y una tercera al final. La empresa que diseñó el sistema informó que cada barra larga simboliza un 6, la clave sexagesimal que decodifica la información. Esto significa que en cada uno de esos códigos se oculta la secuencia 6, 6, 6, lo que llevó a afirmar -tal el Apocalipsis- que el número de la Bestia controla la economía internacional. Pero últimamente ha surgido un problema: para muchos expertos, como Hugth Schonfiel, autor de "El Nuevo Testamento Original" el número escrito originalmente en la Biblia no era 666 sino 616. Esto se vino a saber cuando en 1895, en Oxyrhynchus, Egipto, expertos británicos descubrieron entre 400.000 fragmentos de papiros un texto escrito en griego antiguo, que pertenece al siglo III y que sería la Revelación de Juan. Las evidencias fotográficas del fragmento señalan el número 616 en lugar de 666. Según David Parker, profesor de Paleografía y Crítica de los Textos del Nuevo Testamento en la Universidad de Birmingham, "los primeros cristianos usaban números para ocultar la identidad de personas a las que querían atacar: 616 se refería a Calígula". Este emperador quería destruir el templo en Jerusalén y eregir en su reemplazo su propia estatua para ser adorado como un dios, motivo por el cual los cristianos se juramentaron matarlo. "Es un ejemplo de gematria, donde los números se basan en los valores numéricos de las letras del nombre de las personas. Fue usado por los cristianos de la iglesia primitiva para esconder la identidad de la persona a la que atacaban", sostuvo Parker. Ellen Aitken, profesora de Historia Cristiana de la Universidad McGill, Canadá, coincidió: "Ahora todo apunta a que el número original de la bestia es el 616, que corresponde a Calígula". ¿De dónde surgió entonces el 666? "Al tomar el nombre en griego de Nerón, obtenemos el 666; además, este último número es opuesto al de la perfección, que es el 777", explicó Aitken. Según parece, cuando Nerón comenzó su brutal persecución a los primeros cristianos, a los que responsabilizó del incendio de Roma, el segundo número del texto fue alterado para señalar que a esa hora, aquel emperador y ya no Calígula, era el anticristo. ¿666 o 616? No importa, el caso es que, por un lado, para este martes preparan en Manhattan una manifestación apocalíptica de rechazo a la Bestia frente al edificio Thisman Boulding, que tiene en los alto un enorme 666, que ilumina las noches de New York. Por contraste, en Europa, y especialmente en Holanda, la idea de casarse este 6/6/6 hizo furor: los turnos se agotaron desde principios de año en las oficinas del Registro Civil de Ultrecht, Nijmegen y Gronungen. En todo caso, no habría mejor fecha que la del día en que Dios creó al hombre para que las mujeres se apoderen de alguno, por muy imperfecto que sea.