El e-mail destronó al teléfono en el ámbito laboral. Al menos así lo entendió la consultora Dimension Data, una compañía especializada en tecnologías de la información que tiene su sede central en Sudáfrica, que encuestó a directores y empleados de 524 empresas de los Estados Unidos y otros 12 países de Europa, Oriente Medio, Africa y Asia.
El resultado arrojó que el 99,6% de los empleados y ejecutivos usan el correo electrónico, mientras que el teléfono fijo es utilizado por el 80% y el móvil por un 76 por ciento, publicó este martes el diario Clarín.
Según Dimension Data, del estudio surge además el uso creciente de Internet para comunicarse dentro de la empresa: un 66 por ciento de los consultados declaró utilizar un sistema de mensajería instantánea en el trabajo.
El director de Soluciones de Dimension Data, Rob López, analizó: "El incremento en el uso del correo electrónico aumenta la falta de comunicación personal”. Es decir, los usuarios preferirían enviar correos electrónicos antes que hablar por teléfono.
"Este aumento cuestiona la eficacia y sentido de la comunicación por correo electrónico a la hora de tratar de resolver un problema y analizar temas complejos. Además, se considera que la comunicación por correo electrónico es menos segura, lo que podría tener una repercusión negativa en la productividad ya que los usuarios finales se enfrentan a crecientes volúmenes de correos", manifestó.
En cuanto al punto de vista productivo, la investigación plantea que la mensajería instantánea, los blogs y los programas para hablar por teléfono a través de Internet son más perjudiciales. Incluso, apunta, podrían afectar la productividad si no se gestionan de manera adecuada.
El fenómeno de enviarse correos electrónicos entre colegas de trabajo en vez de levantar un tubo ya impactó fuerte en Estados Unidos. Esto, inclusive, generó preocupación entre directivos de diversas compañías de primera línea porque termina generando falta de comunicación entre los empleados.
Tal es así que en algunas compañías de este país implementaron un programa llamado "viernes sin e-mails". Se trata de pasar todo el día sin enviarles correos electrónicos a los compañeros, obligando a los empleados a dedicarse una charla, cara a cara.
El resultado arrojó que el 99,6% de los empleados y ejecutivos usan el correo electrónico, mientras que el teléfono fijo es utilizado por el 80% y el móvil por un 76 por ciento, publicó este martes el diario Clarín.
Según Dimension Data, del estudio surge además el uso creciente de Internet para comunicarse dentro de la empresa: un 66 por ciento de los consultados declaró utilizar un sistema de mensajería instantánea en el trabajo.
El director de Soluciones de Dimension Data, Rob López, analizó: "El incremento en el uso del correo electrónico aumenta la falta de comunicación personal”. Es decir, los usuarios preferirían enviar correos electrónicos antes que hablar por teléfono.
"Este aumento cuestiona la eficacia y sentido de la comunicación por correo electrónico a la hora de tratar de resolver un problema y analizar temas complejos. Además, se considera que la comunicación por correo electrónico es menos segura, lo que podría tener una repercusión negativa en la productividad ya que los usuarios finales se enfrentan a crecientes volúmenes de correos", manifestó.
En cuanto al punto de vista productivo, la investigación plantea que la mensajería instantánea, los blogs y los programas para hablar por teléfono a través de Internet son más perjudiciales. Incluso, apunta, podrían afectar la productividad si no se gestionan de manera adecuada.
El fenómeno de enviarse correos electrónicos entre colegas de trabajo en vez de levantar un tubo ya impactó fuerte en Estados Unidos. Esto, inclusive, generó preocupación entre directivos de diversas compañías de primera línea porque termina generando falta de comunicación entre los empleados.
Tal es así que en algunas compañías de este país implementaron un programa llamado "viernes sin e-mails". Se trata de pasar todo el día sin enviarles correos electrónicos a los compañeros, obligando a los empleados a dedicarse una charla, cara a cara.