El estrés emocional es un factor preponderante para el desarrollo de diversas patologías, pero fundamentalmente de aquellas que tienen que ver con lo digestivo.

Tal es así que luego de haberse conmemorado recientemente el Día Mundial de la Salud Digestiva, tanto la World Gastroenterology Organization (WGO) como la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE), pusieron el foco en la importancia de dar a conocer las principales implicancias de diversas condiciones, entidades o trastornos que afectan la alimentación y la forma en que se procesan los alimentos.

En este sentido, se sabe que los trastornos funcionales -relacionados con el estrés emocional pero también con el equilibrio de la flora bacteriana o ´microbiota´- son cada vez más frecuentes en la población, siendo las mujeres las más afectadas por su desarrollo, fundamentalmente debido a cuestiones hormonales.

Entre los principales trastornos funcionales, se cuentan los desordenes evacuatorios, la diarrea o la constipación, la sensación de abdomen hinchado o distendido, los dolores o disconfort abdominal, y la sensación de digestión lenta.

Pero éste no es el principal problema: el mayor inconveniente que generan los trastornos funcionales es la imposibilidad de identificarlos y tratarlos, en muchos casos debido a la demora en la consulta.

"Los trastornos funcionales representan la mitad de los motivos de consulta en general, el 12 por ciento de las consultas en los servicios de Medicina Interna, y el 15 por ciento de las consultas realizadas en pediatría", señalaron en la Sociedad Argentina de Gastroenterología (SAGE).

"Debido a esta prevalencia, pero sobre todo como consecuencia de la demora en la identificación y consulta por parte del paciente (que tal vez sufre estas molestias durante años hasta que finalmente llega el médico), fue necesario pasar a un enfoque psicosocial de la atención médica y dejar de lado la concepción biomédica, en la cual el médico era el protagonista y las cosas se analizaban desde el punto de vista clínico e inclusive se realizaban procedimiento invasivos para confirmar o descartar una patología", expuso el doctor Luis Soifer, médico gastroenterólogo, jefe de Gastroenterología del Centro de Educación Médica e Investigaciones Clínicas (CEMIC).

"Es en el marco de éste enfoque biopsicosocial adonde el paciente y su dolencia son protagonistas, se realizan menos procedimientos intervencionistas, y se busca mejorar los síntomas, más allá de que se encuentre alguna respuesta clínica o no", agregó el doctor.

El especialista dijo además que las patologías funcionales son tan importantes que inclusive tienen un lugar preponderante en los congresos sobre gastroenterología, sin olvidar que se está desarrollando ampliamente una nueva "sub-especialidad": la neurogastroenterología.

Otro de los puntos importantes con respecto al estrés y los trastornos funcionales es el papel de las bacterias que conforman la flora intestinal. En este sentido, en el mes de marzo se realizo en la cuidad de Evian, Francia, el "Gut Microbiota for Health First World Summit", en donde científicos de todo el mundo debatieron sobre la importancia de la microflora en la salud del aparato digestivo.

"Uno de los temas principales de la reunión fue la fuerte relación entre el estrés emocional y la microbiota intestinal. Se planteó la posibilidad de la utilización de prebióticos y probióticos en la terapéutica de las molestias funcionales digestivas", sostuvo el doctor Luis María Bustos Fernández, ex Secretario General de la SAGE y Director del Instituto de Gastroenterología que lleva su nombre.

En el tracto gastrointestinal (GI) habitan millones de células microbianas, con más de mil tipos de bacterias distintas, mayormente en el colon. El tracto GI es un medio estéril al nacimiento y la colonización bacteriana comienza durante el parto desde la flora fecal y vaginal de la madre y del medio ambiente.

La colonización posterior es determinada por el tipo de alimentación del infante (leche materna o formula), así como por otros factores como el tipo de microbiota del tracto genital femenino, condiciones sanitarias, técnicas obstétricas, parto vaginal o cesárea, tipo de alimentación, momento del destete (desarrollo de microflora compleja), entre otros.

"Las bifidobacterias y los lactobacilos son considerados bacterias promotoras de la salud. Promueven la digestión de nutrientes, reducen la diarrea y la constipación; producen resistencia a las infecciones y reducen las condiciones de inflamación en los intestinos", completó Bustos Fernández.

Fuente: Pro Salud News