El film Ella (Her) da cuenta de como opera el poderoso y oportunista mercado virtual, cuando invade las percepciones e incide en los sentimientos y emociones, de quienes se refugian en la realidad virtual, por no tolerar la realidad real.
Pienso en mi nieta, cada vez más “protegida” en una nube de seguridades, impedida de saltar y brincar en la calle, como lo hacían sus padres y abuelos, se encierra en su pieza con la compu y dialoga con Siri, su amiga virtual o se comunica con sus amigas intercambiando fotos en “tiempo real”. Mientras escribo esto, recibo un mensaje del “antivirus”, que me comunica una mejor protección “en tiempo real”, por haber ingresado en una nube en línea...
En el film “Ella”, Theodore Twombly, protagonizado por Joaquin Phoenix, es un adulto joven, que al romper con su pareja real, su angustia lo empuja al asilo de un mundo virtual, ideal, que no duele ni frustra. Theodore “incorpora” y se enamora, de un nuevo sistema operativo, imaginando que esa voz es una mujer, capaz de indexar deseos, aceptar todo, paliar síntomas, comprenderlo y hasta ejecutar ilusiones posibles e imposibles, como el libro que logra editar.
¿Esta virtualidad es ficción o es realidad, para el protagonista, que continua trabajando, haciendo y viviendo como un ser humano adaptado a su medio? El problema es cambiar los valores de su mundo real y aceptar la “infidelidad” que debe soportar a la hora de compartir su “amor” con miles de personas simultáneamente. Además, lamentablemente, también estos sistemas “operativos”, nacen, crecen se vinculan, desarrollan y desaparecen, obligando a ser “duelados” y reemplazados.
Después de verlo cambié mi óptica, sobre tantos adolescentes y jóvenes, que consultan porque les resulta más fácil sentir y “llegar al orgasmo” (equivalente a nuestro poético “hacer el amor”) oyendo y contemplando imágenes emitidas por la compu”, teléfono u otro objeto “tecno-lógico”.
El film de Spike Jonze, debiera ayudar a reconocer nuestra ignorancia y discapacidad para educar en una cultura emergente, casi desconocida para quienes tenemos a cargo el proceso formativo-educativo, adoptante y adaptante de los educandos y nos obligan a continuar con sistemas domesticadores, apelando a castigos o puestas de “límites” y “currículas” cada vez más perimidas.
Hoy me pregunto si no tenemos la obligación de re-conocer estos recursos adaptativos y ponernos a “re-estudiar”, re-categorizar y reflexionar filosófica y científicamente, como funcionan sus “interpretes cerebrales”, sus nuevos estados de conciencia (espontáneos o provocados), sus sueños y vigilias que modulan emociones y reacciones o comportamientos, para poder ayudarlos en el mundo real.