Partiendo del hecho de que la estructura de las actividades de comunicación en las sociedades contemporáneas constituye un nivel de referencia para analizar la dinámica política y cultural, los investigadores Martín Becerra y Guillermo Mastrini llevaron adelante una investigación comparativa entre las estructuras mediáticas de distintos países de Sudamérica y México.

Becerra es profesor titular de la Universidad Nacional de Quilmes y de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), además de investigador de CONICET; en tanto que Mastrini es profesor titular de la UBA y de la Universidad Nacional de Quilmes.

Los autores destacan que el sector está viviendo un proceso de convergencia con otras actividades de información y comunicación, donde conviven los sectores audiovisuales, de telecomunicaciones, industrias gráficas e informática.

“Complementada por la convergencia tecnológica (y en algunos casos, reglamentaria) de las industrias infocomunicacionales, la faz comercial-financiera ha venido respaldando la progresiva concentración de los mercados”, destacan los autores.

Hoy, cuando existen más de 46 millones de líneas de telefonía móvil en la Argentina,. “no es posible en el siglo XXI aislar a los medios como objeto de estudio del resto de sectores infocomunicacionales con los que están enhebrados”, advierten al referirse a temas de indudable actualidad como el “triple play”.

En un trabajo anterior, el libro “Periodistas y Magnates”, una investigación impulsada por la ONG “Instituto Prensa y Sociedad” ambos autores midieron por primera vez los niveles de concentración de las industrias infocomunicacionales de América latina comparando país por país y presentando un marco de teorías y metodologías que avalaban el estudio.

Becerra y Matrini encuentran que la concentración “no conoce fronteras de actividad y en los últimos años, además, tiende a superar las fronteras geográficas. Grandes grupos de comunicación y de industrias convergentes operan en simultáneo en diferentes países y en distintos rubros”.

Esa concentración –señalan- “es fruto de un proceso complejo que importa factores económicos, políticos y tecnológicos. Conceptualmente, se diferencia la concentración de la propiedad, que implica la centralización del capitales de una actividad económica en pocas manos, por un lado, de la concentración de las audiencias o mercados, que implica que la mayor parte de los usuarios finales de un medio de comunicación confluyen en una misma opción de consumo, por el otro”.

Lo anterior puede combinarse con “el sesgo informativo” porque la concentración, además, “vincula negocios del espectáculo (estrellas exclusivas), del deporte (adquisición de derechos televisivos), de la economía en general (inclusión de entidades financieras y bancarias) y de la política”.

Otro impacto de la concentración es el de la “centralización geográfica de la producción de contenidos e informaciones en los lugares sede de los principales grupos”. Buenos Aires en Argentina, San Pablo y Río en Brasil, Santiago en Chile, son ejemplos contundentes, según los autores.

Para los investigadores de la UBA, este impacto “también debilita el espacio público y empobrece la disposición de distintas versiones sobre lo real por parte de las audiencias/lectores, condenando a una subrepresentación a vastos sectores que habitan en el interior”.