Un equipo de diez médicos especialistas en reproducción se propuso analizar la reacción de 391 parejas en diferentes centros médicos luego de aplicar la técnica de reproducción asistida. El estudio, realizado sobre 391 parejas, conluye que el 27% de las mujeres que se quedaron acostadas tras hacerse la fertilización obtuvieron un resultado positivo.

El estudio fue publicado en la edición online de la revista British Medical Journal, donde además se solicita que el descubrimiento se haga efectivo pronto en la práctica clínica.

Los especialistas convocaron a las parejas antes de que comenzaran el procedimiento de fertilización asistida. Un cuarto de hora después de la inseminación, surgieron las indicaciones: a casi la mitad de las mujeres se les solicitó que se mantuviesen en posición horizontal (199 participantes), mientras que al resto (192) se le pidió que hicieran su vida normal cuando terminaran la técnica de fecundación.

Los resultados del experimento demostraron el efecto de la inmovilización, que fue controlada por reloj para lograr exactitud y homogeneidad. La tasa de embarazos fue del 27% entre aquellas mujeres que se mantuvieron acostadas –es decir, 54 mujeres– frente al 18% de efectividad en el grupo donde no se introdujo la medida –34 participantes–.

“A todas las mujeres que se someten a una inseminación intrauterina deberían ofrecerles esta inmovilización”, propusieron los investigadores, que estuvieron coordinados por el Departamento de Ginecología y Obstetricia del Centro de Medicina Reproductiva de Ámsterdam, Holanda.

Los profesionales eligieron un hospital-escuela y otros seis centros de salud como escenarios para llevar a cabo el experimento. “Pese a que esta intervención exige más tiempo y ocupa más espacio, resulta económica a largo plazo, ya que las pacientes que logren el embarazo no necesitan volver a someterse a nuevos ciclos de inseminación”, explican los médicos a lo largo del trabajo.

Si bien los médicos no pudieron precisar cuáles son los mecanismos que permiten esta mejora en la efectividad del tratamiento de fecundación artificial, sí aventuraron que el reposo es capaz de favorecer el ascenso del esperma por la cavidad uterina. En cambio, la gravedad ejercería un efecto negativo en ese sentido cuando la mujer se incorpora enseguida tras la inseminación.

El método utilizado en la investigación fue la selección de mujeres de entre 18 y 43 años que tuvieran problemas de fertilidad y una indicación médica previa para intentar el embarazo por medio de una inseminación artificial.

Necesidad de nuevas pruebas

Para William Ledger, profesor de la Unidad de Medicina Reproductiva de la Universidad de Sheffield, en el Reino Unido, las tasas de embarazo registradas en este experimento son mucho menores que las observadas en otros centros, lo que apunta a la necesidad de contrastar los datos con nuevas pruebas.

Después de la investigación, el especialista criticó algunos puntos del trabajo y lo hizo en una nota que se publicó al lado del estudio en la misma revista médica. En su artículo, el catedrático advierte que sería importante repetir el trabajo en centros con procedimientos más homogéneos, para evitar visiones sesgadas. Además, Ledger propone que la inmovilización debe experimentarse durante distintos plazos para comprobar si existe o no un término ideal.

Fuente: Crítica