Antonio Roveda Hoyos es Comunicador Social y Periodista de la Universidad Externado de Colombia; Diplomado en Investigación Social Aplicada y con Estudios de Doctorado en Ciencias Políticas y Cooperación Internacional de las Facultades de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense de Madrid (España).

Actualmente es el Director Nacional de Proyectos de la Asociación de Facultades y Programas Universitarios en Comunicación e Información -AFACOM-; Director del Proyecto ECAES en Comunicación y Periodismo y Coordinador Académico de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Externado de Colombia.

- ¿Cómo pueden caracterizarse las actuales identidades de los jóvenes? ¿Cuáles son hoy sus comunidades de pertenencia?

El problema de la identidad de los jóvenes o el fenómeno de los jóvenes varía de acuerdo a las miradas que se adopten (ya sea desde la academia, desde el Estado o desde los propios jóvenes). Yo considero que hoy los jóvenes construyen y constituyen identidad desde varios escenarios y por variadas maneras de percibir el mundo y la realidad. Lo primero que hemos encontrado, a partir de nuestras investigaciones, es que la identidad de los jóvenes suele ser una identidad dinámica, es socio-culturalmente muy veloz en sus percepciones del mundo y se ha venido construyendo especialmente por dos escenarios: por un lado, por comunidades virtuales o semi-virtuales; y, por otro, por comunidades geográficas de lugares precisos, de lugares antropológicamente definidos -tal como lo llamaría Marc Augé. Con respecto a este último punto, los jóvenes latinoamericanos y, especialmente, los jóvenes colombianos, ocupan espacios y escenarios precisos, físicos, que son lugares de encuentro donde construyen y deconstruyen continuamente sus identidades, a partir de las mismas percepciones que ellos tienen de sí mismos y las percepciones que de ellos dan los medios de comunicación. Estas percepciones tienen dos variables fundamentales: la primera, las estéticas; la segunda, la música. Ambas están perfectamente mezcladas. Por lo tanto, el concepto de “joven” para Colombia -que es bastante compartido por toda América Latina- hoy se ha ampliado en términos cronológicos. Hoy ya no hay una medida cronológica estándar para ser joven y ya no hay una medida biológica para sentirse joven sino que, particularmente, se es “joven” por los lugares que se habitan, por los lugares que se visitan, por las estéticas que se comparten, por la música que se comparte y por los escenarios de representación de significados.

- ¿En qué consistieron las investigaciones sobre culturas juveniles llevadas a cabo?; ¿a qué conclusiones pudieron arribar?

Nosotros realizamos una investigación con más o menos 1.500 jóvenes de toda Latinoamérica, entre 12 y 35 años, y pudimos encontrar comunes denominadores en la constitución de su identidad. En primer lugar, el factor estético es clave: los piercings, las ropas que visten, los tatuajes en su cuerpo, las maneras de expresarse, constituyen modelos de identidad que se repiten continuamente. Algunos van inclusive en contravía de lo que cree la academia, los medios de comunicación, la iglesia, el Estado. Otro indicador claro es, además de la ropa y la estética, los lugares que visitan. La gente joven funda y está refundando permanentemente escenarios urbanos para hacer dinámicos sus escenarios de identidad. La identidad se constituye no sólo por la ropa sino por los lugares que se frecuentan y se quieren visitar. Dentro de esos lugares están los centros comerciales y, por supuesto, sin duda, los estadios como los lugares de encuentro, esos lugares de relación cósmica, circular, donde también habitan identidades. Se trata de una estética y de figuras que se comparten en el cuerpo y pueden visualizarse en todo el mundo.

- ¿Qué transformaciones implican los entornos virtuales y el mundo tecno-cultural a la hora de imaginar las nuevas identidades de los jóvenes?

Lo que señalé antes es el gran escenario; pero hay otros, como los escenarios virtuales, en donde los estudiantes y la gente joven construye identidades, constituye comunidades y, además de chatear, de utilizar el facebook, de visitar páginas web, hacen de la Internet un lugar de encuentros parciales -no totales- donde también constituyen sus identidades. Son identidades mucho más difusas, en algunos momentos, y confusas inclusive, en otros. Pero también son parte de su identidad. Por ejemplo, varios de los muchachos que hacen uso del chat y de la Internet, chateando y encontrando amigos en la red, construyendo su propia identidad, continuamente niegan su condición de género, niegan su edad, su estatura, sus aspectos físicos, y pueden exagerarlos, cambiarlos o modificarlos. Están jugando con identidades volátiles y con identidades tangibles e intangibles. Entonces, con respecto al tema de Internet y de la virtualidad, la cuestión de los medios de comunicación también ayuda a constituir las identidades de los jóvenes colombianos y latinoamericanos. Sin embargo, como mencioné, encontramos que se convierten en identidades volátiles, en identidades mucho más intangibles. Hoy, tener identidad, construir identidad, ser sujeto histórico, cultural y colectivo de identidad, en poblaciones jóvenes, es determinado por indicadores y variables muy distintas e intangibles con respecto a las que se constituían 20-30 años antes.

- ¿Cuáles crees que son los desafíos para la educación en los entornos virtuales de aprendizaje, a la luz de estas nuevas identidades dinámicas e intangibles?

Fundamentalmente, las lógicas de aprendizaje en el mundo son tres: la primera lógica de aprendizaje es la que yo he denominado la pre-modernidad. Es decir, cuando los saberes fundamentales, transversales, trascendentales de un hombre, de su familia y de una comunidad se han aprendido a través de la transmisión oral. América Latina ha aprendido lo fundamental de su vida en procesos no escolarizados. Es decir, en procesos basados en la bellísima y extensa tradición oral que nos han entregado nuestras comunidades negras y nuestras comunidades indígenas. Entonces nuestros abuelos, bisabuelos, fuera de la academia y de la escuela, tuvieron lógicas de aprendizaje muy próximas y muy cercanas a la tradición oral.
Entiéndase a la tradición oral como un discurso verbal, participativo, cíclico, ahistórico y -si se quiere- metafórico de aprendizaje. Se trata de un discurso muy lejano a los rigores y a la disciplina de la academia. Este primer escenario de aprendizaje, que fue la tradición oral, hoy se encuentra en la radio, en el ipot, en los medios audiovisuales de la palabra hablada...
La segunda lógica consiste en la lógica de la modernidad; una lógica Occidental ligada al libro, a la ciencia, a la tecnología, a la razón, a la academia y, por supuesto, a la biblioteca. Esa lógica implica nuevas maneras de aprender y de enseñar. Y su ámbito normal de aprendizaje es el aula y el libro, que están ligados por la ciencia. Estas lógicas son altamente individualistas y particularistas. Recurren al argumento, no a la metáfora; a la linealidad, no a la circularidad del discurso; a la historia y a la cronología, no a lo ahistórico; y a aprendizajes centrados particularmente en sujetos, no en comunidades. Esa es la lógica que ha marcado la modernidad europea y, en gran medida, la modernidad de América Latina, que es muy leve.

- ¿Hoy los jóvenes pertenecen exclusivamente a esta tercera instancia?

La gente joven hoy tiene más complicidades entre las lógicas de aprendizaje de lo pre-moderno y de lo tardo-moderno que propiamente de lo moderno. Son culturas más ligadas a un noticiero, a un magazine, a un facebook. Las maneras de aprehender el conocimiento están más atravesadas por lo audio, por algoritmos, por música, por imágenes, por palabras, por textos e hipertextos. Los jóvenes están atravesados por lógicas mucho más ricas, diversas y complejas que las de generaciones anteriores. Esto indica que hoy se genera una gran distancia entre las maneras de aprender de la población joven versus las maneras de enseñar de los profesores. De manera tal que el reto fundamental en los nuevos ambientes de aprendizaje, especialmente en los ambientes de aprendizaje virtual, está en fusionar inteligentemente la lógica de la pre-modernidad -que es la palabra-, la lógica de la modernidad -que es el libro y el argumento- y la lógica de la tardo-modernidad -que es el mundo audiovisual. El gran reto para formar y educar hoy en ambientes virtuales está en fusionar las tres lógicas de aprendizaje y maneras de ver y aprehender el mundo: la palabra oral, la palabra escrita y el mundo audiovisual.

- ¿Qué ocurre a nivel cultural con las plataformas virtuales de educación a distancia, donde -según este planteo- prevalecería una lógica audiovisual?

Algunos programas y proyectos de educación virtual solamente han hecho uso de metodologías audiovisuales y, al desconocer la argumentación del libro, resultaron muy pobres, se agotaron muy fácilmente. Cuando uno entra en una página de facebook o de Internet y solamente ve imágenes y, en pequeñas fórmulas escritas, textos muy cortos, realmente el proceso de aprendizaje es pequeño, muy vago. Yo creo que, hoy, gran parte de los procesos de educación virtual -que para mí en América Latina no han tenido todo el éxito que se esperaba- no han sido totalmente exitosos porque se han dejado seducir exclusivamente por los maravillosos recursos de la tecnología, y por ello a veces están vaciados de contenido. Un buen texto o hipertexto pero con muy pocos argumentos textuales realmente enseña poco aunque permita deducir mucho. Entonces, considero que, aunque muchos de los procesos de educación virtual en América Latina han tenido soportes telemáticos e informáticos de buena calidad y consistencia, no ha sido así en materia de contenidos.


- ¿La tecnología engendra mutaciones en las relaciones sociales y la sociabilidad?; ¿es la tecnología la causa de las nuevas subjetividades jóvenes?

El recurso tecnológico sencillamente un simple aparato técnico. Pero si a eso no le ponemos contenido, si lo vaciamos de contenido, la tecnología será obsoleta muy rápidamente y tendrá poco sentido. La tecnología de ahora es como el lápiz hace cien años. Si no se pueden escribir cosas bellas con el lápiz entonces este durará muy poco tiempo. Lo mismo le ocurre a la tecnología. Por eso, ante el nuevo escenario, es preciso alfabetizar, re-alfabetizar y construir nuevos ambientes de aprendizaje. Pero, también, esto implica que la academia, que ha sido hija natural de la modernidad desde el año 1.000 hasta la fecha, aprenda a transformarse, aprenda a encontrar nuevos entornos virtuales de aprendizaje, aprenda a encontrar nuevas metodologías didácticas y pedagogías para enseñar a un nuevo estudiante, a un nuevo joven con otra identidad y, así, pueda conocer sus inquietudes y necesidades e intereses de aprendizaje.

Fuente: Área de Comunicación – CEMED