José tiene 29 años, es correntino y desde hace algunos años estudia arquitectura en Rosario. Hace algunas semanas, tomó la decisión de realizar una exigente y apasionante travesía en kayak junto a unos amigos. Irían hasta la localidad bonaerense de Escobar y desde allí cruzarían a la isla Martín García. Pero cometieron un error garrafal, del que José está arrepentido, y allí comenzó la experiencia más fuerte y conmovedora de su vida.

Este martes, el periodista Pedro Levy presentó la historia en De 12 a 14 (El Tres). “Hace par de un años que hago kayakismo con unos amigos”, comenzó diciendo José. “Decidimos hacer el cruce a la isla Martín García porque llegás a un lugar que tiene mucha historia, remás por todo el Tigre, que es como una ciudad en el río”, siguió.

“Llegamos tipo 4 de la mañana a Escobar, nos avisan que se venía un frente de tormenta, entonces decidimos no dormir y llegamos a la isla Oyarbide”, detalló el muchacho. Allí, Prefectura les avisa a él y a sus tres amigos que no crucen porque el temporal que se avecinaba era muy fuerte, con riesgo de sudestada.

“Tuvimos una discución y al final decidimos cruzar; fue un error grave y lo reconocemos”, aceptó José. La tormenta finalmente los atrapó y los amigos se perdieron de vista. “Habré peleado media hora con la tormenta, hasta que se me voló la carpa, que la tenía atada al kayak; cuando intenté agarrarla con una mano, dejando de remar, el bote se me dio vuelta y me caí al agua”, describió el joven. Al menos tenía puesto el chaleco salvavidas, que lo mantuvo a flote.

José nunca más pudo subirse al kayak, que segundos después desapareció de su vista. “Hasta ese momento podía ver la isla Martín García y empecé a nadar hacia ella, pero en un momento me encontré en medio de un mar de agua”, continuó. Desde ahí en más, empezó una odisea digna de un guión de película.

“Vi algunas boyas, intenté llegar pero no pude; después vi unos barcos grandes, tipo transatlánticos, anclados. Grité pidiendo ayuda, también grité en inglés porque eran barcos extranejeros, pero nadie me escuchó”, narró el joven que vive y estudia en Rosario.

“Nadé durante horas, me acalmabré, tenía mucho frio, me temblaba todo el cuerpo”, dijo. “Cuando veía algo que me daba alguna esperanza, la adrenalina de salvarme regresaba y volvía a pelear”, señaló.

Según detalló el periodista, José estuvo en diferentes brazos del río Paraná: en el Paraná de Las Plamas, luego pasó al Paraná Miní, al Canal del Diablo y luego pasó toda la noche en el Río de La Plata.

“En un momento voy nadando hacia el puerto, de repente siento un zumbido detrás mio y veo que viene un barco enorme. Nadé con todas mis fuerzas y pude evitar que me tragara, pero el oleaje que generó me sacó de mi curso y fue otra gran frustración para mí; me sentí otra vez muy triste, iba cambiando de estado de ánimo todo el tiempo”, reveló.

Horas más tarde José logró llegar a un islote de arena. Se subió a un árbol para otear el panorama y se, dominado por el cansancio, se quedó dormido. Luego caminó por esa isla “con el agua hasta el cuello”. Llegó al otro extremo del islote y se decepcionó al comprobar que era solo eso. Pero pudo ver tierra firme a algunos kilómetros de allí. Durmió algunas horas, reunió fuerzas y otra vez se echó al agua a nadar.

Finalmente llegó a tierra firme y comenzó a vomitar. Alcanzó a divisar a una persona, pero ésta no lo ayudó. Al cabo de unas horas se sintió con algo de energía para caminar. Así llegó a un caserío. Golpeó la puerta en tres casas, y en la tercera lo atendió una mujer que, para su sorpresa, le habló en inglés. Le pidió ayuda y la dueña de la vivienda le acercó un vaso de agua por la ventana.

Ese lugar no era Argentina. La sudestada lo había arrastrado río arriba hacia la costa uruguaya, y de ahí otros 50 kilómetros por un canal, hasta llegar a un country de la localidad de Carmelo, en Uruguay.

Sus dos amigos tuvieron mejor suerte: uno de ellos logró llegar a la isla Martín García y el otro fue rescatado por una lancha de Prefectura.

José estuvo 38 horas perdido en el agua, viviendo todo tipo de circunstancias. Estuvo dos días internado en Carmelo, hasta donde llegaron sus familiares para contenerlo. Hace unos días volvió a Rosario, donde seguirá su carrera de arquitectura. Después de todo lo que atravesó, José ya no es el mismo y ahora pide que nadie cometa el error que él cometió.