“No me gusta que me digan que por ser pobre no pude elegir. Yo elegí esto. Pude haber hecho otra cosa, pero yo elegí esto”, enfatizó Jenny, una trabajadora sexual del conurbano bonaerense, en el primer taller de Mujeres y trabajo sexual que s. lleva a cabo en un Encuentro Nacional de Mujeres después de 12 años. El último fue en Mendoza, en 2004; y el primero en Rosario, en 2003, coordinado por Sandra Cabrera, la referente de la Asociación de Mujeres Meretrices (Ammar) asesinada 12 años atrás.

Este 2016 se reeditó el taller en la facultad de Humanidades y Artes y participaron unas 700 mujeres divididas en cinco espacios, uno de ellos, en el cuarto piso del ala nueva de la casa de estudios. Allí estuvo la secretaria general de Ammar, Georgina Orellano, como coordinadora.

“A nosotras no nos llaman a paritarias –alertó– Las putas somos trabajadoras y estamos precarizadas”.

Por tres horas mujeres de todo el país debatieron sobre la prostitución, el trabajo sexual y la trata. Los clientes. La oferta y la demanda. El sexo y el amor. Las opciones. Las elecciones. Los peligros.

“Nos imaginan atrapadas entre cuatro paredes, con hombres violentos. No es así. Los clientes no son marcianos, son personas”, señaló Orellano que apuntó, además, que en la demanda hay muchas mujeres.

Con todo reconoció que el trabajo no es fácil, que hay riesgos y entre ellos, el peor tal vez –llamó la atención– es el silencio.

En tal sentido, cuestionó a quienes ocupan lugares de toma de decisión que asocian trata con prostitución y piensan que con el cierre de prostíbulos o la eliminación del rubro 59 asestaron un golpe letal a los tratantes.

“Sólo nos perjudican a nosotras. Invisibilizan nuestras voces, criminalizan nuestro trabajo y nada hacen contra la trata”, lamentó.  

"Abolicionistas". "Regulacionistas". La división sigue vigente y Orellano pidió "no casarse con ninguna. Para lirigente y trabajadora sexual el feminismo no puede excluir ni juzgar.

“Los problemas no nos atraviesan por ser putas, nos atraviesan por ser mujeres”, remató.

Hoy y siempre

“No mataron a cualquier mujer, mataron a mi mamá”. Lo dice Macarena mientras se balancea en una hamaca. Detrás suyo se ve el rostro de su mamá, Sandra Cabrera, pintado en un mural. Su pelo largo y despeinado. Los ojos bien delineados.

Sandra Cabrera, hoy y siempre. (Foto: Rosario3.com)


Así cierra el documental Sexo, dignidad y muerte que realizó Lucrecia Mastrangelo y se mostró este sábado en un patio del Normal 2.

Macarena estuvo ahí. Fue con su hijito, el nieto de Sandra. Un bebé de apenas meses. Desde atrás, mientras mecía el cochecito, escuchó a Orellano, Liliana Leyes y Mabel Gabarra que recordaron a la Sandra trabajadora, la Sandra militante, la Sandra amiga, la Sandra madre.

Sandra Cabrera fue asesinada el 27 de enero de 2004 de un balazo en la nuca. Molestaba. Varias veces denunció en la Justicia y en los medios a la policía que no las dejaba trabajar si no pagaban coima.

Poco antes de su muerte había acusado a los uniformados de connivencia con un grupo que explotaba sexualmente a niñas y adolescentes cerca de la terminal de ómnibus.

Diego Parvluczyk, ex oficial de la Brigada antinarcóticos de la Policía Federal fue imputado por el crimen y sobreseído en 2007. En 2010 prescribió la causa y su femicidi. quedó impune.

“Sandra Cabrera, presente. Sandra Cabrera, presente. Hoy y siempre”. Nueve palabras que resonaron fuerte en el patio del Normal 2.