El tango está de duelo. Ni que hablar las milongas, donde el tipo era absolutamente venerado. El bailarín Orlando Paiva, un verdadero maestro, creador de un estilo, murió cuando estaba por cumplir 71 años, afectado por una larga enfermedad.

Tan importante fue Paiva para el tango rosarino que una esquina del barrio Pichincha, la de Gúemes y Callao, lleva su nombre. El bautismo de esa esquina como Orlando Paiva se concretó en 16 de noviembre de 2003, a través del proyecto Homenaje en Vida de la Secretaría de Cultura municipal.

Paiva fue creador de un estilo y en sus casi 50 años como bailarín trabajó en teatro con artistas como Tita Merello, Julio Sosa, Edmundo Rivero y Miguel Montero, y realizó giras con las orquestas de Osvaldo Pugliese, José Basso, el Quinteto Real y Lepoldo Federico.

Dio clases en distintas partes del mundo y fue el primero en enseñar tango en Japón. Vivió también en Estados Unidos, donde tuvo entre sus alumnos a Roberto Duvall, Raúl Juliá y Madonna.

Los restos de Paiva eran velados en Caramuto e iban a ser inhumados a las 15.