Silvia Gvirtz, directora de la Maestría en Educación de la Universidad de San Andrés, señala que nuevos estudios demuestran que “eliminar el recreo para castigar bajos rendimientos o inconductas puede resultar contraproducente. La capacidad de atender en la clase se verá disminuida sin el tiempo de descanso necesario”. Afectará la capacidad de estudio posterior. Una pena para quienes confiábamos en que este castigo no traía mayores consecuencias y facilitaba la reflexión a los niños castigados. Los estudios dan cuenta que los intentos de acortar los recreos para una mejor utilización de la jornada escolar “tampoco llevan a buen puerto”.

Sostienen, además, que “el equilibrio entre la formación académica y la educación del cuerpo no puede perderse en las instituciones. El ejercicio físico aumenta el rendimiento académico. Los resultados tienen también implicancias para las familias. En los sectores sociales más pudientes, muchas veces, los niños y jóvenes están saturados de actividades. No se comprende que el tiempo no reglado y el ocio colaboran a un mejor desarrollo infantil”.
“Es preciso que la jornada escolar mantenga un equilibrio inteligente entre el tiempo de estudio y el tiempo de distracción. Y recomiendan, por lo menos, algunos recreos largos: cinco o diez minutos no recuperan la atención”, advierte Gvirtz.

Para las familias que viven en la ciudad, los consejos apuntan a una mayor recurrencia a clubes y a plazas públicas. El fin de semana es una buena oportunidad para ello. Todo esto no minimiza la importancia de fomentar la lectura en los niños.

De esta forma, se desprende claramente que ampliar la jornada escolar en la mayoría de las escuelas de nuestro país, que hoy tienen jornada simple, es la opción adecuada. “No se pueden incorporar nuevos contenidos a expensas de los tiempos del recreo o de otras disciplinas”, concluye Gvirtz.

Fuente: La Nación