Este miércoles fue otro día de caos en los aeropuertos brasileños. 

Miles de pasajeros siguen varados en los aeropuertos de Brasil y varias aerolíneas paralizaron las ventas de boletos, en un nuevo día de crisis que ha puesto a prueba las condiciones de seguridad de la aviación civil brasileña.

Al menos 350 de los 1.241 vuelos programados se atrasaron el martes y otros 67 se cancelaron en los principales aeropuertos del país, según datos de la Agencia Nacional de Aviación Civil (Anac).

Esto provocó un efecto dominó y hasta el mediodía de este miércoles ya había al menos otros 150 retrasos en los principales aeropuertos del país, en los que centenares de personas pasaron la noche mal acomodadas.

El martes, un colapso en el sistema de comunicaciones del Centro Integrado de Defensa Aérea y Control del Tráfico Aéreo de Brasil (Cindacta) paralizó los aeropuertos del sureste y norte del país al dejar temporalmente a decenas de vuelos sin control terrestre.

Numerosos aviones fueron desviados de sus rutas o tuvieron que interrumpir sus viajes y aterrizar en las pistas más cercanas.

La Anac también canceló anoche todos los despegues nocturnos y recomendó a los viajeros que no se presenten en los aeropuertos para no complicar más la situación.

Pero el atraso de todos esos vuelos reprogramados, acumulados a los de este miércoles, complicó la situación, especialmente en Sao Paulo, Brasilia, Río de Janeiro y Belo Horizonte.

Centenares de pasajeros protestaron en las terminales con silbatos y gritos mientras se quejaban de la falta de información y del extravío de centenares de piezas de equipaje.

La Anac aseguró que ya se han restablecido los sistemas averiados y que la situación se normalizará a medida que vayan despegando los vuelos atrasados.

Milton Zuanazzi, el presidente de la Anac, afirmó que el miedo a volar surgido entre muchos pasajeros debido al caos y la falta de información, es infundado.

Zuazzani acusó a los controladores aéreos de propagar un "clima de terror", por denunciar la existencia de "puntos ciegos, sordos y mudos" en la amazonía brasileña, no cubiertos por los radares. "Dos o tres puntos oscuros no pueden colocar bajo sospecha todo el sistema nacional", dijo Zuazzani.

Esas fallas en los sistemas de control fueron reveladas por controladores aéreos destacados en Brasilia después del desastre, el 29 de septiembre, de un Boing 800-737 de la aerolínea Gol en el que murieron 154 personas.

El Boeing se precipitó en la densa selva amazónica después de chocar en pleno vuelo a 11.300 metros de altura con un avión ejecutivo "Legacy" del fabricante brasileño Embraer.

Las dos aeronaves viajaban a la misma altura por la misma vía en dirección contraria, lo que no fue detectado a tiempo por sus respectivos radares. La torre de control de Brasilia tampoco logró alertar a los pilotos, según la versión de los controladores aéreos.

"No es inseguro volar en Brasil", dijo Zuanazzi, que calificó de "trastornos" los problemas de las últimas horas. "Todo el sistema está atento para no permitir vuelos sin seguridad", agregó el funcionario durante un congreso del sector aéreo en Sao Paulo.

Hasta ahora las autoridades habían negado la existencia de los llamados "puntos ciegos".

Tras el accidente del avión de Gol se han repetido los retrasos, y las aerolíneas, agencias de viaje y hoteles temen que la crisis se mantenga en las vacaciones de fin de año y cause pérdidas al sector.

Las autoridades han culpado de los retrasos a los controladores -subordinados a la Fuerza Aérea- que ya antes de la falla del martes han retrasado aterrizajes y despegues argumentando el cumplimiento de normas internacionales de seguridad.

El presidente Luiz Inácio Lula da Silva intervino anoche en el caso y tras una reunión de emergencia con autoridades del sector ordenó la compra inmediata de un equipo de comunicaciones similar al que falló en Brasilia para usarlo como reserva desde Sao Paulo, explicó Zuanazzi.

Fuente: EFE