Matilde Baroni

En tiempos donde predomina lo efímero, donde la industria de la música nos bombardea constantemente con productos tan livianos y descartables, un dúo consistente y con historia reapareció en Rosario. Joaquín Sabina y Joan Manuel Serrat desbordaron a un público que no dejó de aplaudirlos.

Las duplas surgen en encuentros inesperados. Ocurre algo seductor que se produce en ese instante y queda eternamente. Serrat y Sabina han compuesto hace ya varios años una dupla indestructible. Funcionan bien, se complementan. Sobre el escenario, cuando dialogan se pone en evidencia una relación tan natural que las bromas que hacen sobre las tablas o en cada entrevista no registran un ápice de artificialidad. Serrat y Sabina fluyen y se potencian juntos.

Anoche los españoles cerraron su gira “Dos Pájaros Contraatacan” y a cien años del hundimiento del Titanic, Serrat y Sabina regresaron a nuestra ciudad para presentar el nuevo trabajo discográfico “La Orquesta del Titanic” que, conceptualmente, es una metáfora general de la sociedad actual. "En el caos del final, los músicos nunca dejan de tocar". Este trabajo fue creado por la admiración que tienen los españoles a su profesión.

En el comienzo del recital, dos pájaros parodiaron a los dos cantantes, fueron proyectados en dos de las tres enormes pantallas ubicadas en el fondo del escenario. Las aves le dieron la bienvenida al último recital que los trovadores realizaron en Argentina.

Sabina reapareció en los escenarios rosarinos con su clásico “bombín” mientras que Serrat usó un sombrero de tanguero. Los dos vestidos con trajes negros, bromearon toda la noche. Se dieron el lujo de hacer chistes, en forma de payada, de la farándula argentina. Bromearon con Aníbal Pachano, Graciela Alfano, Marcelo Tinelli y no faltaron Jorge Rial y la “Niña Loly”. Después de nombrarlos a todos afirmaron que se quedaron con el Negro Olmedo.

Las canciones siempre estuvieron acompañadas por lenguaje audiovisual a través de las grandes pantallas situadas en el fondo del escenario.

La fiesta comenzó cuando sonó “Ocupen su localidad/Hoy puede ser un gran día”, continuando con un “Buenas noches Rosario, hemos vuelto”. No faltaron temas de antaño como: “19 días y 500 noches”, “Y sin embargo”, “Mediterráneo”, “Señora”, “Princesa”, “Una canción para la Magdalena”, “La del piratacojo”, “Esos locos bajitos”, “Mas de Cien Mentiras”, “Para la libertad”, “Tan joven y tan viejo”, entre otros tantos temas pertenecientes al último trabajo como “La Orquesta del Titanic”, “Cuenta conmigo”, Después De Los Despueses, y “Acuérdate de mí”. Además interpretaron “Eclipse de Mar” recordando al rosarino Baglieto.

Tres horas de show bastaron para que los trovadores se dieran el lujo de hablar individualmente uno del otro; con pequeños monólogos resaltaron los defectos del otro, siempre con guiños al público que no paró de festejar cada ocurrencia de los músicos ibéricos.

Los músicos que los acompañaron durante todo el recital fueron: Lorena Calero (coros y percusión), Mara Barros (Coros y Percusión) ,Ricardo Miralles (piano y arreglos), David Palau (guitarras), Antonio García de Diego (guitarras y voz), Pedro Barceló (batería), Víctor Merlo (bajo), José Miguel Pérez Sagaste (saxo, clarinete, acordeón y percusiones), José Mas “Kitflus” (teclados y programación), Pancho Varona (guitarras acústicas y voz), a quien Sabina le hizo un homenaje por cumplir 30 años junto a él arriba de los escenarios.

Después de dos meses de shows intensos en nuestro país, los españoles se despidieron con un espectáculo lleno de luces, colores, baile y humor.

Más allá de que la mecanización haya conquistado el mundo de la industria discográfica, Sabina y Serrat siguen contando nuevas historias y sus devenires humorísticos produjeron que no sólo se disfrute de las canciones sino pequeños gags que agregan en cada función que hacen. En esta dupla no hay reproducciones, la creatividad y la potencia emana por todos los poros de cada uno de ellos. Sabina y Serrat, fueron, en Rosario, insumergibles.